Un
territorio cortado transversalmente por la afilada navaja de la desigualdad, de
un lado, aquellos que han logrado sacar la nariz del pozo, y del otro, a una
distancia tan enorme como imperceptible, los que permanecen en el fondo con el
agua a la altura de la nariz y sin salvavidas, esos peces del concreto que
entre el smog , los ruidos de las motocicletas, y el hedor del rio Nigua
navegan a la deriva, dos mundos paralelamente opuestos y diametralmente unidos,
uno que lleva a lavar su vehículo de lujo al Estadio Temistocles Metz y otro
que vive en la pared del Estadio Temistocles Metz, quien con todo el cuidado
lava el vehículo de lujo y sueña con ser un día el propietario de uno como
este.
Sigue
respirando una ciudad con los pulmones podridos y el corazón cansado de tanto
latir, cansado del miedo de salir a las calles, cansado de recibir los cheques
sin fondo que le han firmado tantos políticos durante tantos años, cansado de
sus insomnios esperando la transformación que tantas veces le anunciaron,
cansado de escuchar a sus hijos los “Orgullosamente Sancristobalence” pedir sus cuentas para irse a otros bares.
Un
territorio marcado por un plan infernal ejecutado por cada presidente que es
electo con los votos de sus ciudadanos y que luego no hace nada porque si lo
hace van a decir que es Trujillista (palabra que es pecado en una sociedad
decente), como lo ha confirmado un procurador general de la nación, quien a su
vez ignora que su puesto se lo debe a Trujillo.
Desde
el rio Nigua hasta la Parroquia solo hay cinco minutos de camino a pies, desde
el perdón hasta el pecado en los prostíbulos solo hay cinco minutos de camino a
pies, desde la vida hasta la muerte solo hay un segundo, no importa si a
pies, en guagua o en metro.
San
Cristóbal, una ciudad de larga calma y paciencia en la espera, reposa como el
agua mansa de la Toma, bajo la esperanza de mejores tiempos, el recuerdo de un
pasado mejor sigue alimentando los sueños de un futuro que repare todo el daño
sufrido, como la madre siempre espera que su hijo cambie de vida, para que un
día la policía no se lo mate, esta tierra que ha parido tantos hijos, mas hoy
no puede distinguir cuales son los que la protegen y cuales los que la depredan
con cerdos hambrientos.
La
benemérita ciudad forjada al lado del rio Nigua donde la deuda social del Estado
ha alcanzado niveles incobrables y donde sus autoridades, como sapos sobre
nenúfar, saltan entre un medio y otro para dejar la culpa propia en zapatos
ajenos, estos atletas de la desidia y la ignorancia, sumidos por sus
vicios, ambiciones y apetencias
personales, van de rama en rama con sus primaterias visiones obnubiladas por
lambones y prostitutas, que les resaltan como virtudes defectos que harían
temblar a Calígula o Nerón.
Sigue
el desvelo bajo el puente sobre el Nigua de ese ejercito de enanos que solo
esperan a que Gulliver se descuide, para de una vez y por todas tomar lo que
por derecho les corresponde.
“Debajo del puente, en el río hay un mundo de gente, abajo, en el río, en el puente. Y arriba del puente, las ocho con frío, lo tuyo es lo tuyo, lo mío es lo mío, carteles y bolsos,
tirones y olvido, cualquiera te vende, un billete hasta el río”.. Pedro Guerra
tirones y olvido, cualquiera te vende, un billete hasta el río”.. Pedro Guerra
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