Moscú, 28 feb (EFE).-El brutal asesinato del
líder de la oposición liberal rusa, Boris Nemtsov, férreo adversario de
la injerencia rusa en Ucrania y uno de los mayores críticos de Kremlin,
ha puesto en jaque al presidente ruso, Vladímir Putin, sometido ya a
fuertes presiones de gran parte de la comunidad internacional.
"Se hará todo por que los organizadores y autores
materiales de este artero y cínico asesinato reciban su merecido
castigo", escribió Putin en su mensaje de condolencia a la madre del
político, asesinado de cuatro balazos por la espalda a escasos metros de
la Plaza Roja de Moscú.
El jefe del Kremlin destacó que Nemtsov "dejó su
huella en la historia de Rusia, en la política y la vida social", un
discurso muy diferente de las palabras de su portavoz, Dmitri Peskov,
poco después de que se perpetrara el asesinato.
"Si comparamos con la popularidad de Putin, Borís
Nemtsov era poco más que un ciudadano corriente", había dicho Peskov,
tras recalcar que el opositor no representaba ninguna amenaza en el
plano político para el jefe del Kremlin y que su asesinato tenía todos
los visos de una provocación.
Entre ambos mensajes, la comunidad internacional
condenó de manera unánime el asesinato de Nemtsov y exigió a Rusia una
investigación rápida e independiente para llevar a los culpables ante la
Justicia.
Nemtsov fue una de las principales voces en Rusia
que denunció la intervención de soldados rusos en el este de Ucrania y,
según el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, tenía previsto aportar
pruebas convincentes de dicha injerencia, que Moscú niega a rajatabla.
De ahí que su asesinato fortalecerá, sin duda, las
posturas de los países que demandan una política de sanciones más dura
contra Rusia por su papel en la crisis ucraniana.
En el plano interno, la trágica desaparición de
Nemtsov, "uno de los políticos más talentosos del período de las
reformas democráticas", según el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev,
podría llevar a la cohesión de la fragmentada oposición liberal.
Ninguno de los correligionarios de Nemtsov apuntó
su dedo acusador contra el Kremlin, pero muchos achacaron su asesinato
al clima de odio e intolerancia hacia la disidencia y al patrioterismo
que fomentan los medios rusos con la anuencia de las autoridades.
Los opositores, a una sola voz, denunciaron que el asesinato de Nemtsov fue por motivos políticos.
"En el país se ha creado una demanda de maldad, de
odio, de agresión", dijo el padre de las privatizaciones rusas, Anatoli
Chubáis, compañero de Nemtsov en el Gobierno ruso de la época de Boris
Yeltsin, en la segunda mitad de los pasados años noventa.
Chubais, que acudió a depositar flores al lugar en
el que fue asesinado Nemtsov, se mostró perplejo por los comentarios de
algunos políticos acerca de que el opositor pudo haber sido asesinado
por sus propios compañeros, como apuntó el líder ultranacionalista,
Vladímir Yirinovski.
"Es hora de que todos nosotros, autoridades,
liberales, nacionalistas, conservadores, nos detengamos a pensar adónde
llevamos a Rusia", añadió.
El Ayuntamiento de Moscú, que a primera hora de
hoy se había negado a autorizar una marcha en memoria de Nemtsov para
mañana domingo por el centro de la capital, concedió finalmente su
permiso, pese a que la petición no estaba dentro de los plazos
reglamentarios.
El Kremlin ordenó la creación de un grupo especial
para investigar el asesinato del líder opositor, apremiado por la
gravedad que reviste el caso.
El asesinato de Nemtsov es el tercero de un
destacado dirigente liberal ruso en los últimos 16 años; en noviembre de
1998, un asesino a sueldo acabó con la vida de la diputada Galina
Starovóitova, y en 2003, el diputado Serguéi Yushenkov corrió la misma
suerte.
Fuente: AGENCIAS
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