Kelly Gissendaner, de 47 años, se convirtió en la
primera mujer en Georgia en ser ejecutada desde 1945 tras serle
suministrada una inyección letal en la prisión de Jackson, al sureste de
Atlanta.
Varias mociones presentadas por la defensa ante la Corte
Suprema de Georgia y la Corte Suprema de EEUU para detener la ejecución
fueron rechazadas, así como la petición de clemencia ante la Junta de
Libertad Condicional y Perdón en la participaron dos hijos de la
condenada.
El papa se unió hoy a los esfuerzos por conmutarle
la pena a la acusada, enviando una carta a las autoridades del estado
en la que pedía clemencia para la mujer. Durante su gira por EEUU, la
pasada semana, el Papa hizo un llamamiento ante el Congreso para poner
fin a la pena de muerte.
La ejecución de Gissendaner, que estaba prevista para las 7 de la noche se postergó hasta pasada la medianoche.
Los abogados defensores libraron una larga batalla
legal para salvar la vida de la mujer tras la suspensión de la
ejecución hace siete meses al descubrirse que el coctel letal presentaba
anomalías.
Tras el anuncio de la nueva fecha de ejecución la
pasada semana, familiares y activistas intensificaron sus esfuerzos para
lograr que se le condonara la pena capital. Gissendaner fue sentenciada
a la pena capital por planear y conspirar en la muerte de su esposo en
1997, Doug Gissendaner, junto a su amante, Gregory Bruce Owen.
El autor del asesinato, Owen, solo fue condenado a cadena perpetua tras testificar contra Gissendaner en el juicio.
Gissendaner es la primera persona en Georgia en
ser ejecutada pese a no haber sido quien cometió directamente el crimen.
Los hijos de Gissendaner habían perdonado a su madre e intercedieron a
su favor en varias ocasiones, tras argumentar que se había reformado.
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