Por Fausto Araújo
Si bien es cierto que las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas
(MIPYMES), constituyen una absoluta mayoría entre el universo de los
negocios que existen en el mundo, no menos cierto es que así como estas
empresas nacen y se multiplican rápidamente, también tienden a
desaparecer.
Muchas investigaciones y esfuerzos se han encaminado en las últimas
cinco décadas a los fines de determinar las causas de la desaparición de
las unidades productivas de menor tamaño y, en efecto, procurar la
puesta en marcha de políticas y acciones efectivas que tiendan a
resolver ese latente problema.
Los estudios sobre el desarrollo y evolución de las Mipymes que la
Comisión Europea y otros organismos internacionales han venido haciendo
desde hace años en distintas partes del mundo, arrojan que, de cada 10
empresas que nacen, 7 desaparecen durante los primeros 12 meses, lo que
significa que tienen una muy baja sobrevivencia de apenas un 30 por
ciento.
El caso es peor en algunas naciones, donde son 8 y hasta 9 de cada 10
las empresas que desaparecen del mercado antes del primer o segundo año
de fundadas, debido a una gama de deficiencias y factores.
Contrario a esa dramática y mortificante realidad, el modelo de
desarrollo empresarial basado en la Incubación de Empresas, tiende a
reducir de manera clara y evidente ese elevado índice de mortandad de
las MIPYMES.
De acuerdo con estadísticas de la National Business Incubation
Association (NBIA), de Estados Unidos, entre el 87 y el 90 por ciento de
los negocios graduados, egresados de las incubadoras continúan siendo
rentables después de un período considerable.
Esta realidad –y el hecho de que somos una nación emprendedora- es la
responsable de que en la República Dominicana se haya estado
produciendo últimamente una verdadera transformación en políticas de
desarrollo empresarial, que incorporan el fomento de nuevos
emprendimientos y la promoción de una nueva mentalidad que valoriza la
actividad productiva innovadora y la de alta tecnología, a los fines de
lograr una mayor competitividad.
Una reciente investigación del Global Entrepreneurship Monitor (GEM),
realizada sobre la base de la actividad emprendedora en el país, arrojó
que la edad promedio del emprendedor dominicano oscila entre los 34 y
42 años de edad, y con un nivel de estudios secundarios.
El estudio del GEM ubica a la República Dominicana en el quinto lugar
–de 55 naciones que participaron en la investigación- entre los países
con mayores iniciativas emprendedoras, lo que significa que somos una
nación de emprendedores.
Ante esa verdad insoslayable, bueno es saludar las iniciativas que
desde la Presidencia de la República y de diferentes instituciones
estatales, como los Ministerios de Educación Superior, Ciencia y
Tecnología; de Economía Planificación y Desarrollo, Industria y
Comercio, y otros, se vienen llevando a cabo a favor del impulso de una
cultura emprendedora en la sociedad dominicana.
En esa misma corriente, cursa un proyecto de fomento al
emprendedurismo en el Congreso Nacional y constantemente se han venido
desarrollando ferias y jornadas de apoyo a los emprendedores en la
Capital y pueblos del interior del país.
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