Así luce hoy el CTCFavidrio |
Como en las calenturientas y precoces
relaciones “Que poquito duró el gustito”, el 24 de agosto 2010 fue inaugurado
en San Cristóbal el Centro Tecnológico Comunitario CTCFavidrio, un centro
destinado a suplir una de las necesidades de educación tecnológica más urgentes de la población pobre de
la ciudad cuna del olvido de la constitución.
Los sueños comenzaron a correr
por los barrios más pobres de la ciudad y corrían en los niños y niñas, jóvenes
y adultos, por fin tenían a su alcance educación digital gratis, al fin tenían un
espacio para aprender lo último de la informática, pero también un lugar donde podían
aprender inglés gratis y podían hacerse locutores y aprender a leer y escribir dignamente.
Cinco años duro la dicha, cinco
años duro toda la bonanza que trae consigo el despertar de la ignorancia
colectiva, era demasiado, aprendizaje digital a 240 infantes, empoderamiento
femenino, en sus aulas se impartían Alfabetización Digital, Mini Talleres, Photoshop
CS, Word, Excel, Cursos Virtuales, Técnicas de Digitación, Presentación de
Negocios, Introducción Programación, Soporte
Técnico, Windows 7, Programación HTML, Ingles por inmersión, era muy bueno y lo
bueno no dura “Que poquito duró el gustico”.
Los chicos y chicas que
aprendieron que cuando se graduaban de alguno de los cursos con notas
sobresalientes podrían ir a completar gratis sus estudios universitarios,
corrieron como pólvora la voz, cuando lo demás supieron que se podrían convertir
en emprendedores a través de los acuerdos logrados por la vice presidencia para
los CTC pusieron a volar su imaginación, pero “Que poquito duró el gustito”.
Hoy el CTCFavidrio es un centro
abandonado, esperando el paso del tiempo acabe de destruir sus paredes, los
vicios de construcción han convertido el centro en un peligro inminente para
sus ocupantes y ante esta realidad se han sepultado los sueños y han hecho
languidecer la esperanza, caramba “Que poquito duró el gustito”.
Estas obras adjudicada a la compañía
de construcción Tecnohospital, no parece que pasara ninguna prueba de calidad,
pues las grietas que presentan sus estructuras y los defectos en su terminación
demuestran que en este como en otro casos la vista gorda del estado fue la que cubico
y acepto pagar semejante engaño, “Que poquito duró el gustito”.
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