Por Gabriel Lorenzo C.
Joaquín Balaguer y Juan Bosch |
Al final del siglo pasado se produjo un
acontecimiento político con el pueblo dominicano como testigo de ese acuerdo
histórico donde los dos lideres antagónicos por más de medio siglo se disputaron
el poder político de la nación y cuando nadie espera ese acuerdo en medio y
bajo el candente sol en un mitin en la Máximo Gómez con Veintisiete de Febrero,
en una tarde se reunieron Balaguer y Juan Bosch y anunciaron ese histórico
acuerdo.
El panorama político indica que el mal manejo
de la oposición la mantendrá dividida no por ignorancia sino por egoísmo y la
falta de tacto político la oposición como
la izquierda dominicana solamente saben criticar y tildar a los demás de
corruptos porque ellos son los Ángeles del cielo. Con esa oposición nuestra el país que tanto
queremos no tendrá desarrollo social, económico y político ya que cuando se
cree que es el mejor los demás no cuentan para nada.
Debo confesar de buena fe que nunca me
satisfizo la forma de Balaguer y él no podía ser de otra manera, porque duró
treinta años al lado de Trujillo, y dice un refrán que el que con veneno se
cría, veneno es su comida. Basado en el histórico acuerdo Balaguer-Bosch, en lo
que claramente se trazó la línea de Pizarro, los Peledeístas y Reformistas deben
fusionarse en base a un programa de gobierno donde se tracen claras y definidas las metas no solo
para alcanzar el poder político, sino para lograr erradicar la pobreza y mejorar
la educación, la salud, viviendas, trabajos y definir la democracia y la
libertad que el país requiere y necesita.
Una fusión del Partido Reformista y el PLD,
significa que ambos partidos podrían retener el poder por muchos años y
pudieran convertir la República Dominicana en un país desarrollado y hacer de sus habitantes entes sociales
felices. Ese sería un acuerdo político donde los reformistas en una primera
etapa reciban una cuota de poder y en las subsiguientes elecciones postulen sin
distinción alguna cualquier persona que reúna las condiciones que debe tener un
candidato presidencial, como son capacidad, honestidad, tolerancia,
perseverancia, moral y ética como norte de su personalidad.
Si somos capaces de creer en la justicia
social, seremos capaces de convertir a la República Dominicana, en una nación
desarrollada, justa, humana y viable donde los dominicanos nos sentiremos orgullosos,
seguros y líder en el caribe.
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