Rafael Fernández
La República
Dominicana es un país con su propia costumbre, sin embargo, muchos de los
dominicanos y dominicanas que se trasladan a otras playas extranjeras buscando un
mejor porvenir, se encuentran con la cruda realidad por allá, cayendo en
procesos judiciales por la ambición desmedida de tenerlo todo.
Muchos de esos
dominicanos y dominicanas se emborrachan de fantasías y toman como estandarte
imitar las diferentes culturas de esos respectivos países a los cuales fueron y
se hospedaron allí, quizás con el ánimo marcado de ser alguien, porque en su
país no tuvieron salida para el progreso y no tuvieron la valentía de alzar
vuelo.
Muchos de estos
que carecen de una capacidad intelectual y poca instrucción, al estar allí par
de años, adoptan como base de expresión la forma peculiar de ese país, sin
importar que los demás ciudadanos se mofen o se burlen de ellos por haber
renunciado a sus orígenes o a sus arraigos culturales y naturales que
intrínsecamente están ligados a la sociedad de su país de origen.
Estos individuos
presentan en su estado mental, una desorganización emocional que no les
permiten ver más allá de la verdad, y con el tiempo quedan totalmente ciegos de
mente, y con problemas sicosomáticos que no les permiten hilvanar una idea de
la cultura aprendida en poco tiempo, a lo que científicamente les llamamos “extranjerismo”,
que en su mejor acepción significa barbarismo.
Esos individuos
se llenan de ineptitud, superioridad, presunción, pesimismo, crueldad, se
vuelven inaceptables, odiosos y hasta burlones en el peor de los casos.
Ese tipo de
persona entiende que el mundo les pertenece, porque en lo más profundo de su
ser sienten a un individuo derrotado por el talento ajeno y no pueden
combatirlo y pelean dentro de su ser, quisieran rebatirle a como dé lugar, pero
no tienen el coeficiente intelectual suficiente para eso, y usan los golpes
bajos para combatir a quienes les hacen sombra en sus planteamientos, ya que
muchas veces no tienen bases ni razón de ser.
Como ciudadano
he pensado que las personas deben tener humildad y corazón, no ser tan groseros
y tan horripilantes en el peor de los casos, no creo que usted por el solo
hecho de tener facilidad de representación, figura extrovertida, color
aceptable y vocabulario de diablo, tiene el derecho de hacer que los demás
actúen como actúa usted, eso no le ordena a usted continuar insinuando que es
de una nacionalidad que no es la suya, imitar en su comportamiento, costumbres,
palabras, acentos que no son los suyos, eso es envolverse en un bosquejo de
comportamientos erróneos totalmente.
Quien osa
dirigirles estas líneas no busca nada para que les reconozcan su capacidad, ni
mucho menos ha querido tirarse como el más grande de un conglomerado, nunca ha
presumido de nada, pero ha sido humilde, sencillo y apreciado por todos
aquellos que comparten con él, y en el peor de los casos ha escrito dos libros,
los cuales se han vendido todos como pan caliente y con dos más en manos del
corrector de estilo para su impresión.
Pero eso no me
da el derecho de decir y desdecir de nadie, tampoco eso me da derecho de
usurpar la costumbre que no me pertenece, pero mucho menos eso me quita el
derecho de estudiar y superarme.
Espero que Dios,
que es grande, pueda subsanar el corazón de estas personas, que por favor no
permitan que continúen enfermas y que el odio y resentimiento que sienten de
los demás, les haga recapacitar y ver en sus fueros interiores a personas con
valores humanos y no creer que los demás son objetos sin valor.
“No debemos
continuar como la Hiena en su jaula, dándole vuelta al odio”
Hasta la próxima entrega, si Dios, yo y usted lo queremos.
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