lunes, 2 de noviembre de 2015

Terrorismo, violencia, miedo, amor y paz en el mundo

Por Fausto Araújo
Es incalculable la cantidad de seres humanos que, en carne propia, de manera presencial o por referencias de noticias, han saboreado la indeseable amargura y el dolor que experimenta la violencia y el terrorismo, por lo que -en nombre de todos ellos- lanzamos un ramo de olivo a la humanidad, una alerta, un clamor, un llamado a que fomentemos dosis de amor que nos conduzcan –indefectible y definitivamente- a la anhelada paz.


No podemos seguir conviviendo con el terrorismo que observamos en pleno siglo XXI –pese a que este es el siglo del conocimiento, de la globalización y el cambio tecnológico-, ni con la espiral de violencia que nos acecha y se expande como una extensa nube gris. Los actos de terror acaecidos en este 2015 son cuantiosos y alarmantes.

Esa violencia, que no es más que el miedo a los ideales de los demás, el refugio de las mentes pequeñas y el de los incompetentes, el miedo a las ideas de los otros y poca fe en las propias, como rezan por separado: Karamchand Gandhi, un Proverbio chino, Isaac Asimo y Antonio Fraguas Forges, a fin de cuenta lo único que hace es que “crea más problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz, como asegura Martín Luther King.

El terrorismo y, en efecto, la violencia (de la cual el legendario músico John Lennon -quien nos invita a “soñar con la paz”- decía que “vivimos en un mundo donde… la violencia se practica a plena luz del día”), son inequívocos enemigos de la vida humana, de la alegría, el amor y la tranquilidad.

El terrorismo –que muchos lo definen como el uso de violencia o amenaza de violencia-, no es más que un oprobioso método de reiterada acción violenta, inspirado en la angustia, utilizado por personas, grupos, o estados de forma clandestina, por razones criminales, políticas o de narcotráfico.

Es, quizás, el acto de violencia de mayor cobardía, desamor y odio hacia los demás, puesto que generalmente golpea a personas indefensas, y los ejecutores lo hacen sin mostrar la cara, a escondidas, como cualquier ladrón en la noche.

Para combatirlo y lograr la paz, estamos compelidos a fomentar el amor, ya que, como señalaba Mahatma Gandhi –quien también decía que No hay caminos para la paz, que la paz es el camino”. : “El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo”.

La verdad monda y lironda acerca del terrorismo es que el mismo depende de nosotros. Si, somos nosotros los propios seres humanos, aparentemente racionales, los únicos causantes de esta atroz y vergonzosa tragedia, por lo que queda claro que somos nosotros mismos quienes podemos y estamos compelidos inequívocamente pararla.

Los actos de terror (no importa sus causas) generalmente son inspirados por el miedo, la inseguridad, la obligación, el odio, la tristeza, la brutalidad, la irracionalidad y la barbarie, por lo tanto –insistimos- debemos combatir el terrorismo con el corazón y la mente, dando amor, alegría y solidaridad.

América Latina recuerda con mucho dolor y pesar los cruentos actos de terrorismo que se llevaron a cabo en Argentina los años 1992 y 1994. El primero el 17 de marzo de 1992, cuando la embajada de Israel en Argentino fue víctima de un ataque terrorista que borró por completo la sede diplomática y dejó un saldo de 22 muertos y 242 heridos; el segundo, se llevó a cabo en la AMIA, el 18 de julio de 1994, dejando un saldo de 85 muertos y una indescriptible escena de dolor.

El mundo aún no sale del asombro y el dolor ocasionado por los atentados de aquel inolvidable, fatídico e infausto 11 de septiembre de 2001, cuando una gama de actos terroristas suicidas se llevaron a cabo ese día en los Estados Unidos contra las torres gemelas por miembros de la red Al Qaeda mediante el secuestro de aviones de línea para ser impactados contra varios objetivos.

Los referidos eventos sucedidos hace ya 14 años, provocaron la muerte a cerca de 3.000 personas, mientras que otras 6.000 resultaron heridas y decenas de miles quedaron huérfanos, viudos o viudas y con severos daños psicológicos.

Una escena más de dolor que también llamó la atención de los habitantes del planeta (y nos convoca a reflexionar y procurar la paz) la registra la historia el 11 de marzo del año 2004, cuando se efectúan una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de Madrid, España, llevados a cabo por una célula de terroristas de la red Al Qaeda.

Frutos de esos repudiables atentados perdieron la vida unas 192 personas, en tanto que 1.854 resultaron gravemente lesionadas.

Se recuerda que, tras los actos terroristas que dejaron más de 17 muertos en Francia a principio de este año, cerca de 3.5 millones de personas se movilizaron en la capital y otros pueblos de la nación europea para pedir por la paz.

El Presidente Hollande encabezó la manifestación en Paris, junto a los principales gobernantes de la Unión Europea y otros jefes de Estado. Lo que evidencia que el mundo quiere la paz y rechaza la violencia.

Pero también, el minúsculo grupo que promueve la violencia no se duerme en sus laureles y cuan cualquier ratero sin entrañas, recientemente en Turquía, muchos ciudadanos fueron por paz y hallaron la muerte: esto fue el día 10 de octubre de 2015, cuando en medio de una marcha por la paz, tuvo lugar el peor ataque terrorista de toda la historia de Turquía, donde al menos 95 personas perdieron la vida y 246 resultaron heridas.

El abominable hecho (como era de esperarse) encontró inmediatamente el repudio de la comunidad internacional y de Houcine Abassi, quien junto a los integrantes del Cuarteto de Diálogo Nacional de Túnez, fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2015.

Previo a los hechos de Turquía, en junio de este año una ola de atentados se sucedió en cinco países, dejando al menos 163 muertos y cientos de heridos. Los sangrientos episodios tuvieron lugar, con muy pocas horas de diferencia, en Francia, Túnez, Kuwait, Siria y Somalia y como era de esperarse causaron el pánico a nivel mundial.

Actualmente, estamos amenazados por el Narco-terrorismo, el cual se teme que será uno de los más preocupantes en los próximos años.

Ya se sabe del terrorismo de Estado, del Terrorismo de Post-guerra y del Terrorismo internacional.

A los numerosos hechos terroristas acaecidos en distintas partes del mundo, incluidos los señalados en Argentina, Estados Unidos, Francia, España, Turquía, Túnez, Kuwait, Siria, Somalia y otros, también tenemos que sumarles los actos terroristas protagonizados en Rusia, el 23 de octubre de 2002 y el 4 de septiembre de 2004, con saldos de 168 muertos y 229 heridos y 334 muertos y 783 heridos, respectivamente.

De igual modo, los de Irak, ocurrido el 4 de agosto de 2007, con 796 muertos y 1 mil 562 heridos; en Londres, el 7 de julio de 2005, con 56 muertos y 90 heridos; en Noruega, el 22 de julio de 2011, con 146 muertos y 169 heridos; en la India, los día 26 y 29 de noviembre de 2008, con 188 muertos y 282 heridos; en Kuta, Bali, el 12 de octubre de 2002, con 187 muertos y 293 heridos; y en El Líbano, el 14 de febrero de 2005, con 22 muertos y más de 100 heridos.

Si cada uno nos disponemos a practicar e impulsar los buenos valores, la buena convivencia humana, a reclamar el desarme de las naciones, el control de químicos, materiales y sustancias con que se fabrican armas y, sobre todo, empezar por cambiarnos a nosotros mismos para luego poder cambiar el mundo como aconseja Mahatma Gandhi, sería un extraordinario paso de avance para lograr la paz.

En efecto, si como dice Lennon que vivimos en un mundo donde la violencia se practica a plena luz del día, a los fines de enterrar el terrorismo y vivir en un mundo de paz, es preciso que empecemos a dar amor, a respetar a los demás con sus ideas y su religión, a fomentar la igualdad y a educarnos constantemente también a plena luz del día.

Eduquémonos, pues como reflexiona Malala Yousafzai (la Premio Nobel de la Paz más joven de la historia) “La educación es un poder para las mujeres, y es por eso que los terroristas le tienen miedo a la educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer será más poderosa” Y –obviamente- Malala no se equivoca, pues como también afirma Nelson Mandela: La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.

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