Recibir una lección de parte de
un alumno en una materia que se ha impartido toda la vida, es indudablemente
una amarga lección. Para los que hemos seguido el comportamiento de los
partidos que forman parte del circo político en la República Dominicana, hemos
visto en
estas pasadas elecciones tocar fondo al partido reformista, partido
que desde el 1966 y hasta estas últimas elecciones, se había caracterizado por
su forma siempre cuestionada de comprar, sobornar y hasta amenazar (si toca esa
tecla) a sus enemigos. Esta vez el partido del gallo ha quedado a la deriva y
no parece encontrar un capitán con suficiente visión para enrumbar nuevamente esa
nave, otrora barco de salvación de los arribistas y tránsfugas que encontraban
en el paraguas del Dr. Suficiente sombra para cobijarse de las lluvias de críticas
que recibían de sus antiguos compañeros de partido.
Ese partido que de las manos
amigas de las botas norteamericanas que pisoteaban nuestro suelo, en 1966 asumió el poder y durante doce años
de oscurantismo y violación constante de todos los derechos a los que los seres
humanos estamos llamados a disfrutar, parece haber sucumbido vencido finalmente
por el mayor de los justicieros, el tiempo.
Hoy estarán tranquilos los huesos
de aquellos que bajo el lema ”a paso de vencedores” fueron vejados, encerrados, maltratados y
echados como basura al zafacón de la historia, escrita desde el poder.
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