Fuente: El Nacional
Arriba, Héctor Aristy, ministro del Interior constitucionalista,
interroga a dos marines estaounidenses atrapados por las tropas
revolucionarias en la zona constitucionalista. Abajo, oficiales
de EEUU trazan planes en hotel El Embajador. El desembarco de marines el 28 de abril de 1965 se llevó a cabo en dos fases y la primera partida de 500 efectivos lo hizo antes de la autorización del presidente Lyndon B. Johnson y del Congreso de Estados Unidos.
Se llevaron varias unidades pequeñas a tierra para establecer una zona de aterrizaje en el campo de polo del hotel El Embajador para ayudar a evacuar a los estadounidenses todavía reunidos en el hotel y para reforzar la guardia de seguridad de la embajada que tenía siete marines y 33 policías dominicanos que habían buscado refugio.
Un cuerpo de la Policía Militar estadounidense y un pelotón de infantes de marina llegaron al campo de polo y otro pelotón de infantes armados, reforzada por dos escuadras, siguió para la Embajada.
La solicitud de estas unidades iniciales fue directamente hecha por el embajador William Tapley Bennett al comodoro James A. Dare, del portaaviones Boxer, que se encontraba fondeado frente a las costas de la Capital.
Dare fue contactado por el embajador entre las 5:22 y 5:45, es decir, antes de que el presidente Johnson autorizara el aterrizaje a gran escala de tropas de combate.
La evidencia disponible no indica si Bennett o Dare requirieron autorización del Departamento de Estado para traer a tierra estas unidades.
Bennett creía que sus acciones estaban en consonancia con los procedimientos de evacuación que tenía en marcha y ante los informes que llegaban del área de evacuación y el recinto de la Embajada, de que estaban bajo fuego de los francotiradores le obligaba a dictar medidas de emergencia con su propia autoridad.
Justo cuando Washington se enteró del desembarco inicial el Departamento de Estado anunció a las 8:30 de la noche acerca del desembarco de marines en Santo Domingo.
Al explicar sus razones para hacerlo, Bennett señaló que “espero que esta acción le dará algún corazón a las fuerzas leales”.
La segunda fase de desembarco se inició a las 7:00 de la noche con el desembarco de otros 100 infantes de marina.
Cuando el presidente Johnson se dirigió a la nación poco antes de las 8:00 de la noche del 28 de abril, señaló que 536 marines estadounidenses iban a desembarcar. El informe del Departamento de Defensa en los días siguientes era que sólo había en tierra 536 infantes.
El Gobierno estadounidense pronto se enfrentó a otro problema que puso en tela de juicio su capacidad para gestionar la crisis. Para evitar enemistarse con aliados de América Latina y para mantener la neutralidad de Estados Unidos, el Presidente Johnson, como se señaló anteriormente, justifica los desembarcos marinos únicamente en términos de "proteger vidas americanas."
Los reporteros que llegaron a Santo Domingo tras la invasión tuvieron razones para cuestionar la posición oficial sobre la crisis y en una conferencia de prensa a bordo del portaaviones Boxer, el comodoro Dare al ser cuestionado de la presencia de las tropas en tierra, dijo que los marines se quedarán en tierra durante el tiempo necesario para “hacer de éste un Gobierno no comunista”.
Para muchos, este fue el primer indicio de que con en el envío de tropas de tierra, la administración tenía otros motivos que la seguridad de los ciudadanos de Estados Unidos.
De estas discrepancias entre los primeros pronunciamientos oficiales y el comportamiento militar, surgió una carencia de credibilidad que la mayor parte de los medios de comunicación de Estados Unidos y América Latina esgrimía contra la administración norteamericana.
Era inevitable que en algún momento el Ejército estadounidense se convertiría en una parte de esa confrontación.
Pocos funcionarios de Estados Unidos creían que el envío de 536 marines a Santo Domingo constituiría una intervención militar. Las tropas eran muy poco en número y su misión demasiado pasiva para tener mucho más que una influencia psicológica sobre las partes contendientes en la guerra civil.
La presencia de los marines pudo elevar la moral de las tropas de San Isidro, pero no podía evitar la derrota de la Junta Militar que parecía inminente.
Consciente de esto, el embajador Bennett recomienda al Departamento de Estado durante la tarde del 28 que se pensara seriamente en la posibilidad de Washington a la intervención armada, que iría más allá de la mera protección de los estadounidenses y tratar de establecer el orden en este país asolado por los conflictos y “para evitar otra Cuba que surja de las cenizas de esta situación incontrolable”.
Aunque el cable no lo mencionó, los preparativos para enviar a las unidades del Ejército de Estados Unidos en Santo Domingo, si era necesario, ya estaban en marcha.
UN APUNTE
24 de abril
Hoy se conmemora el 47 aniversario de la revuelta armada para restablecer a Juan Bosch en el poder.
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