Aimar sufre de intolerancia alimenticia total |
Personas cuyo cuerpo convierte los hidratos de carbono en alcohol, que
huelen mal por lo que comen, que no pueden consumir proteínas o que tienen
intolerancia alimentaria total: todos sufren enfermedades raras, categoría en
que entran los males que afectan a menos de 5 de cada 10.000 personas. Mañana
se celebra -es un decir- su día, que sirve para concienciar de la nada fácil
situación de esta gente: por su propia condición de infrecuentes, se invierte
mucho menos presupuesto y esfuerzo en buscar posibles curas o paliativos para
estas enfermedades.
Algunas de ellas están relacionadas directamente con la alimentación, ya sea en forma de intolerancia o de síndrome cuyos síntomas se potencian al ingerir tal o cual comida. De ahí surgió la idea de escribir esta entrada, que intenta dar visibilidad a algunas de estas enfermedades extrañas y desconocidas para la gran mayoría de los humanos que no las sufren o las tienen cerca. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen cerca de 7.000 enfermedades raras que afectan aproximadamente al 7% de la población mundial, y se estima que cerca de 3 millones de personas en España las padecen en alguna etapa de su vida.
Borrachos sin beber: el síndrome
de autodestilación
Esta enfermedad está causada por un exceso de levadura en el intestino, que
convierte en alcohol puro (etanol) el azúcar o los hidratos de carbono
ingeridos. El proceso sucede con todas sus variantes, pero siempre es peor
cuanto más refinados estén. Si te suena a buen plan para colocarte gratis,
deberías recordar que después de la borrachera viene el resacón. Hace poco la
revista Vice publicó un artículo sobre Matthew Hogg, que lleva 20 años
padeciendo este mal. De niño le diagnosticaron desde síndrome de colon
irritable hasta síntomas como “fatiga crónica, dolores musculares, dolor de
cabeza crónico, deterioro mental y alteración del estado anímico”. Matthew
define sus resacas adolescentes –causadas por cenas con gran cantidad de
hidratos de carbono, como un inocente plato de pasta– como “martilleantes
jaquecas con unas náuseas terribles". "En ocasiones vomitaba y sufría
deshidratación, sequedad en la boca, sudores fríos y temblor en las
manos", asegura. "Era como si la noche anterior hubiera salido y
dejado seco el bar, pero sin haber consumido nada de alcohol”.
Síndrome del olor a pescado: la
trimetilaminuria
También relacionado con la alimentación, afecta a una persona de cada 200.000,
y puede complicar mucho la vida del que la sufre y los que le rodean. Su nombre
médico estrimetilaminuria, y se debe a un error
metabólico congénito que permite que la trimetilamina –una enzima con un olor
muy fuerte y desagradable– no se destruya en el hígado, sino que pase a la
sangre, el sudor, la orina o el aliento. Si se consumen alimentos ricos en colina(huevos, legumbres,
ciertos pescados y carnes), los síntomas se agravan, mientras que limitándolos
y consumiendo yogures y zumos el mal olor se puede tener bajo control.
Finley Ranson solo puede comer caramelos |
El niño que sólo puede comer caramelos:
la colitis eosinofílica
Finley Ranson es un niño británico de tres años cuyo caso apareció este
mismo mes en unos cuantos periódicos de su país. La única comida que parece admitir son unos caramelos de menta disueltos en
agua. Todo lo demás le produce reacciones alérgicas extremas, por lo que debe
ser alimentado con suero a través de una sonda gástrica. Los médicos aseguran
que padece un caso extremo de colitis eosinofílica, una enfermedad rara por la
que el aparato digestivo se inflama ante la presencia de ciertas comidas,
parásitos o fármacos. El rosario de síntomas es bastante espeluznante: dolor,
erupciones cutáneas, náuseas y vómitos, entre otros.
La imposibilidad de comer: intolerancia
alimentaria total
La enfermedad de niños como Mikel (8 años),
Aimar (4) y Garikoitz (9) suena tremendamente dura desde el momento
en el que oyes su nombre: intolerancia alimentaria total. Una dolencia que
entra en el grupo de las alergias alimentarias no mediadas por Ige (anticuerpo
de inmoglubina E) y que hace que cualquier tipo de alimento que consuman les
provoque inflamación de la piel, llagas, sarpullidos e irritaciones imposibles
de controlar, tanto en la piel como en el aparato digestivo. Solo pueden vivir
a base de un preparado alimentario que, mezclado con agua, les aporta los
nutrientes necesarios.
El pequeño Mikel |
"Tampoco son capaces de digerir toda la cantidad que necesitan, así
que a veces hay que sondarles. Tanto por la noche, con una bomba de
alimentación, como –en las épocas más difíciles– durante el día. Recientemente
hemos conseguido unas mochilas que funcionan como sondas portátiles, para que
sea más cómodo puedan seguir haciendo una vida lo más normal posible",
contaba la madre de Garikoitz en unas declaraciones al programaEspejo Público de Antena3. Como las ayudas y la investigación públicas no llegan, las
madres han montado la Asociación Garmitxa para conseguir fondos
mediante la recogida de tapones de plástico y otros medios.
No a las proteínas: la fenilcetonuria
No a las proteínas: la fenilcetonuria
Este mal hereditario hace que los niños carezcan de la enzima que descompone la feninalanina,
sustancia presente en los alimentos con proteínas. Cuando el nivel de la misma
en la sangre sube, puede causar daños en el cerebro y el sistema nervioso. Se
detecta porque los críos que la sufren suelen tener la piel, los ojos y el pelo
más claro que sus hermanos, y por el mal olor del aliento, el sudor y la orina,
entre otros síntomas. ¿Tratamiento? Una dieta estricta hasta la madurez en la que no caben ni los huevos, ni la leche, ni las carnes, ni el pan, ni
las legumbres, ni el aspartamo.
Sin reservas: transtorno en el metabolismo
de los ácidos grasos
Aunque hay diferentes tipos, los pacientes que lo sufren generalmente no
pueden tirar de las grasas acumuladas cuando el cuerpo necesita energía. Cuando
se agotan sus reservas por llevar algunas horas en ayuno –o cuando se acelera
el metabolismo a causa de la fiebre– sufren un shock hipoglucémico que, si no
se controla, puede llevar a la muerte. Los que sufren esta enfermedad suelen
ser internados en hospitales por un simple resfriado, no pueden dormir más de
un número determinado de horas o, en el caso de los niños, deben ser
controlados por sus padres o responsables todo el tiempo, lo que impide o
dificulta en extremo su escolarización o vida social.
Sólo lo mejor de lo mejor: síndrome de
Gourmand
Seguramente es la enfermedad
menos grave de todas, pero produce ansiedad y problemas sociales (además de ser
bastante chunga para la economía). La causan ciertas lesiones en el hemisferio
derecho del cerebro y sus síntomas son muy peculiares: quienes la sufren
solamente quieren manipular, cocinar y comer alimentos muy caros –como trufa,
angulas o jamón ibérico– y a la vez sienten el irrefrenable impulso de hablar,
leer y escribir sobre comida, además de estar constantemente preocupados por
todo lo que rodea al acto de comer.
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