Por Andrés L. Mateo
Hoy Digital
No hay que leer a Noam Chomsky para saber cómo en el mundo de hoy la
realidad puede ser manipulada. Pero las mismas palabras, los mismos
signos que destiñen la realidad, encarnan también una nueva manera de
manejar la información. La comprensión lectora debe ir más allá de la
significancia semántica, y alcanzar la significancia semiótica para
saber qué es lo que se mueve en el seno de tantos acontecimientos que
revientan al mismo tiempo. Leer lo que está pasando ahora mismo en la
República Dominicana es introducirse en ese complejo entramado de
informaciones, réplicas y contraréplicas, retículas de poderes, tácticas
y estrategias, etc; todo solapado en gran medida en el complejo
semiótico de la lucha por el poder.
Un cuadro sinóptico de acontecimientos nos podría ayudar. El nudo
gordiano es el sometimiento formal del senador Félix Bautista, por parte
del Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito.
Colocándolo como telón de fondo, los acontecimientos que se precipitan
son los siguientes: A) El acuerdo entre Jaime Aristy Escuder y Félix
Bautista es estigmatizado como “retractación” por parte de los
estrategas mediáticos del senador. B) Sometimiento del senador Félix
Bautista. C) Rueda de prensa de los senadores leonelistas pidiendo la
destitución del procurador. D) Media tours de Félix Bautista
(Comparecencia en programas radiales, televisivos, etc.). F)
Pronunciamiento de los diputados leonelistas pidiendo la destitución del
procurador. Circunnavegando el escenario político, otros hechos se
suman al panorama: A) Ataque espectacular a la cárcel de Najayo. B)
Quema de un vagón del Metro. C) Sabotaje a las redes eléctricas del
país.
Como se ve, el país está en ascuas. La imagen nada desproporcionada
de la realidad indica el caos, la desestabilización. Pero lo que no se
ve es lo mejor. Los caracteres constantes de los acontecimientos apuntan
hacia dentro del partido gobernante. Es obvio que allí se verifica una
lucha abierta por el poder.
¿Qué se persigue acusando al procurador de
ser “un político en campaña”? Sencillamente desvirtuar la acusación
contra el senador Bautista. Y algo más: enseñar músculos a la facción
contraria dentro del Partido con un espíritu de cuerpo. El danilismo
está ya muy lejos de aquellas dos lágrimas cansadas que colgaban de las
mejillas de Danilo Medina la noche en que tronó: “me derrotó el Estado”.
Usando ése mismo Estado, reventó a Leonel Fernández en la convención
interna, y hoy es quien maneja la poderosa maquinaria del presupuesto.
El leonelismo siente una amenaza real frente a la acusación formal del
procurador. La corrupción es su signo, el Estado como patrimonio del
partido, la riqueza social mágicamente fundida en el despliegue de
bienes que ostentan personajes que apenas ayer eran pobres de
solemnidad. No podemos confundir el efecto con la causa. Enfrentamos
situaciones y acontecimientos tan fluidos que pareciera que todo puede
volver al caos. Pero ésa es la apariencia, la esencia es lo que se
desenvuelve en el seno del partido en el poder.
Casi sin oposición, el PLD se devora a sí mismo en una lucha por el
poder. La primigenia consigna de Juan Bosch al estructurar un partido de
nuevo tipo decía: “Servir al partido para servir al pueblo”. Pero el
ejercicio del poder de sus discípulos ha originado algunas prácticas que
han transformado esa consigna fundacional en su contrario. Lo que
estamos viviendo es una realidad que ha invertido profundamente el
sentido de esa consigna en la República Dominicana.
El PLD no ha
permitido que el pueblo se apropie del poder, sino que el poder se ha
apoderado de las masas. Eso es lo que podemos leer tras las huellas
mediáticas de lo que está ocurriendo. Las tensiones que esa lucha por el
poder generó en las elecciones internas del 2008, no son comparables a
las pasiones de ahora, porque ambas facciones ya han probado las “mieles
del poder”, y pertenecen a la misma estirpe. Es por eso que hemos
vivido el exceso de los senadores y las amenazas de los diputados. Y es
por ello que todo cuanto está ocurriendo en el país hay que arrojarlo
contra el telón de fondo de esa lucha por el poder.
Lo real no existe
sino como una abstracción que organiza muchas cosas a su alrededor. Una
buena parte de lo que está ocurriendo ante nuestros ojos, no necesita
ser justificado, ha sido creado, manipulado, organizado como un engendro
del poder. Porque, sin discusión, si hay amenaza es porque la
corrupción es su signo.
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