Por Fausto Araújo
El terrorismo anda por sus fueros en el mundo, tratando de
imponer su ley a fuego y sangre. En este Siglo XXI –que aún se encuentra
en pañales- los actos de terror han provocado la muerte violenta a más
de 5 mil 721 personas, correspondiendo un saldo de 633 fallecidos a este
año 2015. También han dejado una secuela de decenas de miles de
hombres, mujeres y niños heridos y mutilados.
La mayoría de las victimas las han puesto Estados Unidos, con más de
3,000 muertos; Irak, con alrededor de 796 y Rusia, con unos 726, según
reportes policiales, de medios de prensa y de organismos
internacionales.
El terrorismo –que muchos lo definen como el uso de violencia o
amenaza de violencia-, no es más que un oprobioso método de reiterada
acción violenta, inspirado en la angustia, utilizado por personas,
grupos, o estados de forma clandestina, por razones criminales,
políticas o de narcotráfico. Es –quizás- el acto de violencia de mayor
cobardía, desamor y odio hacia los demás, puesto que generalmente golpea
a personas indefensas, y los ejecutores lo hacen sin mostrar la cara, a
escondidas, como cualquier ladrón en la noche.
Esa violencia, que no es más que el miedo a los ideales de los demás,
el refugio de las mentes pequeñas y el de los incompetentes, el miedo a
las ideas de los otros y poca fe en las propias, como rezan por
separado: Karamchand Gandhi, un Proverbio chino, Isaac Asimov y Antonio
Fraguas Forges, a fin de cuenta lo único que hace es que “crea más
problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz, como
asegura Martín Luther King.
El terrorismo y, en efecto, la violencia (de la cual el legendario
músico John Lennon -quien nos invita a “soñar con la paz”- decía que
“vivimos en un mundo donde… la violencia se practica a plena luz del
día”), son inequívocos enemigos de la vida humana, de la alegría, el
amor y la tranquilidad.
El mundo aún no sale del asombro y el dolor ocasionado por los
atentados de aquel inolvidable, fatídico e infausto 11 de septiembre de
2001, cuando una gama de actos terroristas suicidas se llevaron a cabo
ese día en los Estados Unidos contra las torres gemelas por miembros de
la red Al Qaeda mediante el secuestro de aviones de línea para ser
impactados contra varios objetivos.
Los referidos eventos sucedidos hace ya 14 años, provocaron la muerte
a cerca de 3.000 personas, mientras que otras 6.000 resultaron heridas y
decenas de miles quedaron huérfanos, viudos o viudas y con severos
daños psicológicos.
Una escena más de dolor que también llamó la atención de los
habitantes del planeta (y nos convoca a reflexionar y procurar la paz)
la registra la historia el 11 de marzo del año 2004, cuando se efectúan
una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de Madrid, España,
llevados a cabo por una célula de terroristas de la red Al Qaeda. Frutos
de esos repudiables atentados perdieron la vida unas 192 personas, en
tanto que 1.854 resultaron gravemente lesionadas.
Se recuerda que, tras los actos terroristas perpetrados contra el
semanario satírico francés Charlie Hebdo, que dejaron cerca de 17
muertos en Paris, Francia, el 7 de enero de este año, cerca de 3.5
millones de personas se movilizaron en la capital y otros pueblos de la
nación europea para pedir por la paz. El Presidente Hollande encabezó
la manifestación en Paris, junto a los principales gobernantes de la
Unión Europea y otros jefes de Estado. Lo que evidencia que el mundo
quiere la paz y rechaza la violencia.
Pero también, el minúsculo grupo que promueve la violencia no se
duerme en sus laureles y cuan cualquier ratero sin entrañas,
recientemente en Turquía, muchos ciudadanos fueron por paz y hallaron la
muerte: esto fue el día 10 de octubre de 2015, cuando en medio de una
marcha por la paz, tuvo lugar el peor ataque terrorista de toda la
historia de Turquía, donde al menos 95 personas perdieron la vida y 246
resultaron heridas.
Posteriormente, 21 días después de los atentados en Turquía, el 31 de
octubre, un avión Airbus de Rusia, con 224 personas a bordo fue
derribado sobre el Sinaí, en Egipto sin dejar ningún sobreviviente. El
jefe del Servicio Federal de Información (FSB, antiguo KGB), Alexander
Bortnikov, reveló, en el marco de una reunión del Consejo de Seguridad
Nacional de su país, que el avión explotó debido a una bomba colocada
por terroristas.
Ante los hechos, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha ordenado
localizar y liquidar a todos los responsables del presunto atentado
terrorista, ha informado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
El viernes 13 de noviembre fue verdaderamente “negro” para Francia,
pues, cuando aún el mundo no se había repuesto del dolor causado por las
tragedias del 10 de octubre, en Turquía, y el 31 de ese mes, en Egipto
ante la caída de Airbus ruso; al menos 129 personas perdieron la vida y
352 han resultado heridas a causa de varios ataques terroristas lanzados
en París alrededor de las diez de la noche del viernes 13 de noviembre.
Todo ocurrió cuando atacantes -portando fusiles de asalto y
explosivos- protagonizaron cinco tiroteos en los distritos 10 y 11 de
Paris, además de provocar varias detonaciones cerca del Estadio de
Francia y en la sala de conciertos Bataclan, situada en el número 50 del
boulevard Voltaire. Ocho terroristas murieron en los atentados, siete
de ellos al hacer detonar explosivos atados a sus cuerpos. El Estado
Islámico se atribuyó los hechos.
Siete día más tarde de los hechos en Paris, el viernes 20 de
noviembre, terroristas atacaron las instalaciones del Hotel Radisson
Blu, en Bamako, capital de la Republica de Mali, provocando la muerte de
al menos 21 personas. Meses antes otros actos terroristas cobraron la
vida de 5 personas en esa nación perteneciente a África Occidental.
Los abominables y repudiables hechos (como era de esperarse) han
encontrado inmediatamente el repudio de la comunidad internacional y de
Houcine Abassi, quien junto a los integrantes del Cuarteto de Diálogo
Nacional de Túnez, fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz,
2015.
Previo a los hechos de Turquía, Egipto y Paris, en junio de este año
una ola de atentados se sucedió en cinco países, dejando al menos 163
muertos y cientos de heridos. Los sangrientos episodios tuvieron lugar,
con muy pocas horas de diferencia, en Francia, Túnez, Kuwait, Siria y
Somalia y como era de esperarse causaron el pánico a nivel mundial.
Actualmente, estamos amenazados por el Narco-terrorismo, el cual se
teme que será uno de los más preocupantes en los próximos años.
Ya se sabe del terrorismo de Estado, del Terrorismo de Post-guerra y
del Terrorismo internacional. Nadie en la tierra esta exento de escapar
de las garras del terrorismo.
Según el Departamento de Estado, entre 1998 y 1999 –despidiendo el
siglo XX- hubo en el mundo más de 600 actos terroristas que mataron a
900 personas e hirieron a más de 6.500. Para esa década, especialmente
en 1996, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton,
definía al despiadado fenómeno del terrorismo internacional como “un
destructor de todos por igual que no respeta frontera y amenaza
seriamente la seguridad mundial.
A los numerosos hechos terroristas acaecidos en distintas partes del
mundo, incluidos los señalados en Estados Unidos, Francia, España,
Turquía, Túnez, Kuwait, Siria, Somalia y otros, también tenemos que
sumarles los actos terroristas protagonizados en Rusia, el 23 de octubre
de 2002 y el 4 de septiembre de 2004, con saldos de 168 muertos y 229
heridos y 334 muertos y 783 heridos, respectivamente.
De igual modo, los de Irak, ocurrido el 4 de agosto de 2007, con 796
muertos y 1 mil 562 heridos; en Londres, el 7 de julio de 2005, con 56
muertos y 90 heridos; en Noruega, el 22 de julio de 2011, con 146
muertos y 169 heridos; en la India, los día 26 y 29 de noviembre de
2008, con 188 muertos y 282 heridos; en Kuta, Bali, el 12 de octubre de
2002, con 187 muertos y 293 heridos; y en El Líbano, el 14 de febrero de
2005, con 22 muertos y más de 100 heridos.
También América Latina recuerda con mucho dolor y pesar los cruentos
actos de terrorismo que se llevaron a cabo en Argentina los años 1992 y
1994. El primero el 17 de marzo de 1992, cuando la embajada de Israel en
Argentino fue víctima de un ataque terrorista que borró por completo la
sede diplomática y dejó un saldo de 22 muertos y 242 heridos; el
segundo, se llevó a cabo en la AMIA, el 18 de julio de 1994, dejando un
saldo de 85 muertos y una indescriptible escena de dolor.
No podemos seguir conviviendo con el terrorismo que observamos y que
amenaza la vida y la paz en el mundo. No podemos seguir permitiendo que
más seres humanos sigan sufriendo en carne propia o de manera
psicológica la indeseable amargura y el dolor que experimenta la
violencia y el terrorismo.
Los actos de terror (no importa sus causas) generalmente –insistimos-
son inspirados por el miedo, la inseguridad, la obligación, el odio, la
tristeza, la brutalidad, la irracionalidad y la barbarie, por lo tanto
debemos combatir el terrorismo con el corazón y la mente, dando amor,
alegría y solidaridad.
La verdad monda y lironda acerca del terrorismo es que el mismo
depende de nosotros. Si, somos nosotros los propios seres humanos,
aparentemente racionales, los únicos causantes de esta atroz y
vergonzosa tragedia, por lo que queda claro que somos nosotros mismos
quienes podemos y estamos compelidos inequívocamente pararla.
Para combatirlo y lograr la paz, estamos compelidos a fomentar el
amor, ya que, como señalaba Mahatma Gandhi –quien también decía que No
hay caminos para la paz, que la paz es el camino”. : “El amor es la
fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo”.
Si cada uno nos disponemos a practicar e impulsar los buenos valores,
la buena convivencia humana, a reclamar el desarme de las naciones, el
control de químicos, materiales y sustancias con que se fabrican armas
y, sobre todo, empezar por cambiarnos a nosotros mismos para luego poder
cambiar el mundo como aconseja Mahatma Gandhi, sería un extraordinario
paso de avance para lograr la paz.
En efecto, si como dice Lennon que vivimos en un mundo donde la
violencia se practica a plena luz del día, a los fines de enterrar el
terrorismo y vivir en un mundo de paz, es preciso que empecemos a dar
amor, a respetar a los demás con sus ideas y su religión, a fomentar la
igualdad y a educarnos constantemente también a plena luz del día.
Eduquémonos, pues como reflexiona Malala Yousafzai (la Premio Nobel
de la Paz más joven de la historia) “La educación es un poder para las
mujeres, y es por eso que los terroristas le tienen miedo a la
educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa
mujer será más poderosa”.
Y –obviamente- Malala no se equivoca, pues como también afirma
Nelson Mandela: La educación es el arma más poderosa que puedes usar
para cambiar el mundo”.
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