Desde que hace cinco años detuvieran a Bernard
Madoff, considerado como el mayor estafador de todos los tiempos, quien cumple
150 años de condena en la prisión federal de
Butner, en Carolina del Norte, la
vida de su mujer, Ruth, ha cambiado mucho.
Alejada de su marido, la señora ha
pasado del lujo y las fiestas a vivir confinada
en su casa de Connecticut. Al
menos, eso asegura el número de febrero de la revista «Vanity Fair», que
publica un reportaje desvelando cómo es la vida de esta señora.
Según afirma su entorno, Ruth sólo
sale de casa para bajar la basura y acompañar al único hijo que le queda al
hospital. Y es que la tragedia ha sobrevolado su vida en los últimos años.
Junto a la detención de su marido tuvo que soportar el suicidio de su hijo Mark y su otro hijo, Andrew, padece cáncer. Es para estar
con él durante los tratamientos para lo único que sale de casa. «Aunque sea un
día de invierno con un sol radiante, tiene siempre las persianas bajadas. Solo
se asoma a la puerta a sacar
la basura y a buscar el periódico», cuenta una vecina a la revista.
Cuando saltó el escándalo, Ruth se
mudó hasta Florida para residir en casa de su hermana, sin embargo, al conocer
la enfermedad de su hijo decidió ir a su lado. «Quiero estar cerca de mi
familia, en particular de Andy (Andrew) y mis nietos, a quienes amo
profundamente. Este ha sido un período de sanación para mí», ha confesado.
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