domingo, 19 de enero de 2014

Su color, no es una maldicion

Los experimentos genéticos han demostrado cuan caprichosa es la naturaleza, una de estas forma insólita de manifestarse se encuentra en el albinismo que es parte de la armonía en el orden del cosmos. Es el hombre, ignorante de esta ley de la naturaleza y sin ninguna base científica, el que bautiza de “bendición” o “maldición” la condición de albino.


 Los albinos son más frecuentes en África que en otros lugares de la tierra. De hecho, los primeros colonizadores portugueses los designaron como una raza aparte. Si en Europa el albinismo se manifiesta en una por cada 17,000 personas, en África asciende a uno entre 2,000 ó 5,000 habitantes, dependiendo del país. El albinismo es una condición genética que consiste en la falta de melanina en piel, ojos y cabello. En África esto es especialmente grave. Si no hay melanina, que es un fotoprotector muy eficaz contra las radiaciones solares, la sensibilidad a los efectos abrasivos del sol es extrema y, normalmente, tiene consecuencias letales. Por eso, si un albino no se cubre la piel llevando prendas de manga larga, gafas oscuras y sombreros, lo más probable es que, desde niño, desarrolle lesiones cutáneas que acaben degenerando en un cáncer de piel.

Nada más nacer, ya son rechazados. Generalmente por sus padres, que los abandonan, a ellos y a sus madres, a las que se culpa de la condición.La tradición en África ha decidido maldecir al albino por “ser de otro color”, convirtiéndole en marginado y discriminándole en todos los contextos sociales (familia, escuela, trabajo, etc.) Los llaman “zurus” (fantasmas) y se nutren de supersticiones para explicar su existencia. Creen que son concebidos durante la menstruación, o que son hijos del demonio, o un castigo divino, o que son el resultado de relaciones sexuales con un blanco.
En zonas pesqueras y mineras de Tanzania, donde la pobreza se conjuga con la superstición, ya no se trata de marginación, sino de asesinato. 20 personas con albinismo fueron asesinadas y mutiladas en el pasado año. Corre la creencia de que pócimas confeccionadas por brujos con extremidades de albinos propician el hacerse rico. El presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, está decidido a acabar con la superstición y aseguró en un discurso televisado el pasado mes que se mostrará inflexible para con los brujos. Por el momento se han detenido a más de cien personas involucradas en los asesinatos y se ha nombrado a la primera parlamentaria albina, Al Shaymaa Kwegyr, para luchar contra la discriminación que padecen las personas con esta condición genética. 
El negocio del hechizo es rentable y, por una mano albina, pueden llegar a pagarse 2000 dólares. Una suculenta cifra capaz de convertir a cualquier vecino en posible verdugo. Muchas veces son los propios familiares los que delatan la existencia de una persona albina en casa. En los últimos seis años se han registrado más de cien asesinatos causados por estos cazarrecompensas para satisfacer la demanda de los consumidores de esta pócima manchada de sangre.

Sembrado el pánico, comenzó el éxodo de albinos a aldeas remotas, a las grandes ciudades para pasar desapercibidos o a centros como Kabanga, donde el Gobierno proporciona vigilancia policial y garantiza cierta tranquilidad a sus habitantes. Kabanga es una fortificación donde conviven unas doscientas personas. Comen, duermen y cultivan su propio huerto. Cuentan con un taller de costura, comedor, cocina comunitaria, aulas, zona de juegos, dormitorios  es un lugar alegre y lleno de vida, un recinto amurallado de tres kilómetros de diámetro, que acoge a personas con diversidad funcional de vista y oído, o con problemas psíquicos además de unos cien albinos. La genética los ha vuelto excepcionales y el destino los ha agrupado aquí para poder sobrevivir. Albinos que han tenido que huir de sus pueblos por miedo a que los corten en pedazos, o que han sido expulsados por vergüenza de sus propias familias.
Hasta 75.000 dólares se pagan en Tanzania por un albino desmembrado para hacer con sus restos pócimas y amuletos, según un reportaje de Tom Odula para AP. La creencia supersticiosa de que los miembros de quienes sufren esta enfermedad hereditaria tienen propiedades mágicas ha provocado en los dos últimos años la matanza de 44 albinos en Tanzania y otros 14 en Burundi.

Un informe de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) cifra en 300 los niños y adolescentes albinos que viven escondidos en escuelas para discapacitados en Tanzania y en refugios policiales en Burundi, además de haber otros 10.000 que no pueden moverse con libertad en la región por miedo a ser presa de cazadores contratados por brujos y comerciantes. Una de estas últimas es la keniana Mary Owido, quien asegura que sólo se siente tranquila en casa y en el trabajo. "Allá donde voy la gente empieza a hablar sobre mí, diciendo que mis piernas y manos pueden valer una fortuna en Tanzania'', dice esta madre de seis niños. No se trata de ninguna broma. Daniel Ndayiragije, un joven albino burundés, fue asesinado y desmembrado por un grupo de cazadores al que dio el chivatazo uno de sus hermanos a cambio de 250 dólares. La supersitición, el pensamiento mágico al que tantos guiños se hacen en Occidente incluso desde los poderes públicos, mata a inocentes en África. 

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