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No solo los equipos de fútbol
defienden sus colores. También las compañías, aunque a veces ese celo les lleve
a tener problemas con la justicia. Este el caso de Orange, la filial española de France Telecom,
que entendía que debía hacer honor a su nombre (naranja en inglés) y registró
en la Oficina de Patentes y Marcas el cuadrado de color naranja como un
distintivo de su marca. Jazztel recurrió esa exclusividad porque
también se sentía con derecho a usar el naranja en su comunicación comercial y
ahora el Tribunal Supremo le ha dado la razón.
El
tribunal destaca en su sentencia que el color naranja que Orange “trata
de reivindicar como signo distintivo exclusivo de sus productos, no deja de ser
uno más de los usuales en el mercado” y, por tanto, “debe quedar abierto a su
uso por todos los operadores económicos”. El fallo indica que “el interés
general” se opone a restringir la disponibilidad de los colores para los demás
operadores que ofrecen productos o servicios análogos, como es el caso de
Jazztel.
El juez
tampoco considera que el hecho de que Orange encierre el color naranja en un
cuadrado cambie mucho la situación de exclusividad porque se trata de una forma
geométrica tan normal como el propio color. “Y tal principio es extensible a
los supuestos cual el de autos, en los que un color como el naranja —esto es,
ni siquiera una combinación singular de colores— se asocia a una forma
geométrica tan simple como un mero cuadrado, en vez de hacerlo a una forma
específica que pueda dotarle de distintividad propia por su configuración
especial o singular”, dice el fallo.
Aunque
para los legos en materia de marcas y logos les pueda parecer a simple vista un
asunto baladí, tanto Orange como Jazztel han mantenido una dura batalla
jurídica a propósito del naranja desde 2009, conflicto a la que ha puesto fin
la sentencia del Supremo, del pasado 2 de diciembre, que quita la razón a la
filial española de France Telecom y la condena a costas.
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