ElPais.com-Madrid
La Sala Penal del Tribunal
Supremo ha declarado ilegal la banda latina denominada Dominican Don´t Play,
conocida por sus siglas D.D.P. La sentencia recuerda que, según la policía, se
trata del grupo de este tipo más peligroso de los que operan actualmente en
España, y que sus miembros, frecuentemente, usan armas para cometer delitos.
El fallo
compara las actividades de los también llamados Didipí con las de otras tribus
urbanas cuyas actividades ya
fueron declarados ilícitas, como en los casos de los Ñetas o los Latin Kings. Y
subraya que también han decretado la ilicitud de otras formas de asociacionismo
urbano como el de las organizaciones juveniles radicales de violencia
callejera, vinculadas al terrorismo, como Segi, Jarrai o Haika, así como el de
Blood & Honour, que bajo la apariencia de asociación cultural, promovía el
odio, la violencia la discriminación.
El Tribunal
Supremo se ha pronunciado por primera vez en una sentencia sobre la ilicitud de
la banda aprovechando un caso en el que, sin embargo, ha absuelto a cuatro
jóvenes del delito de asociación ilícita por un incidente ocurrido en la
discoteca Kató, de Madrid, en noviembre de 2008. Según el Supremo, su
pertenencia a la banda no está acreditada, pero discrepa del fallo de la
Audiencia de Madrid que no consideraba suficientemente probada la ilicitud de
este grupo urbano.
El
tribunal aprovecha así para pronunciarse sobre la ilicitud de los Dominican
Don’T Play como asociación y resalta que el inspector de policía, experto en
esta materia, que compareció en el juicio subrayó que esta tribu urbana era “la
más peligrosa”, “detentando sus miembros con frecuencia armas e instrumentos
peligrosos como machetes o ‘chilena’ de los que no dudan en hacer uso al
acometer ilícitos de diverso género tales como lesiones, robos o incluso
agresiones sexuales".
Los Didipí
tienen un organigrama jerárquico piramidal y vocación de territorialidad; un
libro de normas define su credo y el conjunto de reglas que han de asumir como
un ritual de obligado respeto y acatamiento; convocan ceremoniales y tienen
sistemas de comunicación con códigos encriptados, su vestimenta y gestos son particulares;
el acatamiento de las reglas y la disciplina son esenciales; realizan
aportaciones económicas periódicas y la incorporación al grupo viene marcada
por su propio ritual, en el que los aspirantes han de superar varias pruebas
que incluyen los castigos físicos o muestras de valor mediante la ejecución de delitos. Una
vez superadas las pruebas, los aspirantes forman parte de la “familia”.
Sin
embargo, su radicalización puede no limitarse a la “consagración iniciática” y
“es aquí donde la tribu deja de responder a un fenómeno socialmente aceptable
para convertirse en una agrupación que puede llegar a adentrarse en el terreno
de la asociación ilícita penalmente perseguible”.
El fallo
se refiere además a los orígenes de la banda, que se remontan al Nueva
York de los años 90, y recuerda que se afianzaron en España como
"tribu" en diciembre de 2004. “Sus raíces latinas entroncan con los
dos grupos anteriormente señalados (Latin y Ñetas), de los que se desgajan por
sus continuas desavenencias, principalmente por razones de nacionalidad,
decidiendo configurar su propia tribu", señala el Supremo.
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