jueves, 19 de enero de 2012

¿Cómo se usa la ciudad de Santo Domingo?

Más allá de la infraestructura y las leyes urbanas, la ciudad marcha al ritmo de sus habitantes, quienes con sus prácticas cotidianas pueden generar o no situaciones conflictivas. Para los urbanistas la ciudad de Santo Domingo se usa indebidamente, sin conocimiento, sin planificación y sin control.
Fuente: Diario Libre 
Santo Domingo ofrece la impresión de una ciudad sin reglas, de flujo atropellante y ambientes insanos; para muchos, consecuencia de su mala planificación y de la deficiencia de sus normativas, pero pocos relacionan esta realidad con los usuarios, que como parte del problema también deben ser parte de la solución.

Para visualizar los conflictos generados por las formas de convivencia de los ciudadanos y buscar posibles soluciones, se celebró un ciclo de conferencias en la Universidad Iberoamericana (UNIBE) bajo el nombre de ¿Cómo se usa la ciudad de Santo Domingo?
Algo que quedó claro durante el ciclo de conferencias es que los problemas que se visualizan en la ciudad no son necesariamente físicos, ya que hay una serie de prácticas cotidianas que generan conflictos. 
El arquitecto José Enrique Delmonte, responsable de la Cátedra Huellas sobre la Ciudad Primada y presidente de la Fundación Erwin Walter Palm, explicó que Santo Domingo tiene conflictos de uso muy complejos, pero sin embargo entiende que podrían tener fácil solución, porque aún es una ciudad amigable, de baja densidad, que incluso posee espacios sin construir en céntricas avenidas. 
Profesionales de diversas áreas, con conocimientos en asuntos urbanos, analizan desde varios puntos de vista las formas en que se habita, se transita y consume la ciudad de Santo Domingo.
Dice que en unos 15 años la ciudad tendrá entre 8 y 10 millones de habitantes, y será imposible vivir en ella si no se construyen normas de convivencia adecuadas.

Señaló, por ejemplo, los problemas de estacionamiento y de flujo vehicular en las vías principales, y explicó que en Santo Domingo la velocidad promedio es de 6 kilómetros por hora, mientras que en una ciudad como Madrid, que cuenta con una cantidad de vehículos tres veces mayor, la velocidad promedio es de 23 kilómetros por hora, "lo que significa que las vías funcionan, el flujo se hace fácil porque no hay obstáculos en las calles, y la gente respeta las leyes de tránsito, y si no lo hacen hay castigos efectivos".

Aquí la urbe está llena de estacionamientos improvisados en las vías públicas, asegura el arquitecto Delmonte, lo que a su juicio provoca que el discurrir de los vehículos se torne difícil. "Entonces la solución no consiste necesariamente en ampliar las calles, o en que haya más policías de tránsito o que se construyan más pasos a desnivel, lo que se necesita es que haya educación ciudadana y el compromiso de las autoridades de hacer valer las normas urbanas".

PRÁCTICAS QUE AHOGAN  LA CIUDAD

Algo que quedó claro durante el ciclo de conferencias es que los problemas que se visualizan en la ciudad no son necesariamente físicos, ya que hay una serie de prácticas cotidianas que generan conflictos al poner en circulación una gran cantidad de personas al mismo tiempo.

En este sentido, el arquitecto Delmonte criticó las deficiencias o inexistencia de los departamentos de servicio al cliente de las empresas , que por no ser capaces de resolver los problemas de sus usuarios de forma virtual los obligan a moverse dentro del espacio urbano.

También señaló como un punto negativo en el uso de la ciudad el hecho de que todas las actividades tienen lugar en los mismos horarios, desde el transporte de mercancías o animales en vehículos pesados, hasta la asistencia a escuelas y colegios, así como las horas laborables en instituciones públicas y privadas .

Para el profesional de la arquitectura no es necesario que la ciudad soporte un flujo tan fuerte en sus áreas de circulación, considera que lo ideal es establecer diferentes horarios para las diversas actividades, porque si todo se mueve al mismo tiempo es obvio que se va a originar un colapso.

"Las leyes y las normas están establecidas pero la mayoría no las cumple, no sabemos si es porque no hay retaliación o simplemente por desconocimiento, entonces quienes están llamados a hacer conciencia en la sociedad desde el punto de vista técnico y de uso, son los arquitectos que son los profesionales ligados al desarrollo urbano", expresa.

EL USO INDEBIDO
El arquitecto Delmonte apunta que la ciudad se usa indebidamente, sin conocimiento, sin planificación y sin control, e incluso, señala que el fracaso de algunos planes de desarrollo tienen su origen en la conducta ciudadana.

Para el profesional la solución está en la regulación, en crear mecanismos que permitan organizar la ciudad y al mismo tiempo hacer entender a las personas sus responsabilidades como ciudadanos, "porque de no ser así Santo Domingo se va a convertir en un infierno, y de hecho la tendencia es a huir de ella, porque desde que se presentan vacaciones o fines de semana largos la gente hace planes para marcharse".

Dice además que hay una tendencia de los usuarios de la ciudad a privatizarla, porque se mueven de sus trabajos particulares a sus apartamentos con rejas y grandes portones y la ciudad sólo les sirve para hacer las conexiones entre sus lugares privados, dejando pocos espacios para la convivencia.

Siguiendo esta tendencia, señala, los parques no son usados con la frecuencia necesaria, y solo en la Zona Colonial, que está siendo redescubierta por los capitalinos, cuenta con espacios públicos muy visitados como son los parques Colón y Duarte.

TEMAS TRATADOS

El arquitecto José Enrique Delmonte explicó que este fue el segundo ciclo de charlas de la cátedra Huellas sobre la Ciudad Primada, y que a diferencia del primero, donde se analizó la ciudad técnicamente, desde la óptica de los arquitectos, en esta ocasión el punto de vista se enfocó en el usuario.

Además de ingenieros y arquitectos, los conferencistas invitados fueron profesiones de diversas ramas, como músicos, sicólogos e investigadores, de modo que se pudiera presentar un abanico amplio de la realidad que vive Santo Domingo.

Los conferencistas fueron Emilio José Brea, Erick Dorrejo, José Del Castillo, Mónika Sánchez, Cristóbal Valdez, Jaime Gracía, Risoris Silvestre, Rossy Díaz, Teresa Guerrero, Kin Sánchez, Carla Grullón, Nicole Rodríguez, Hamlet Herman y Vanessa Espaillat.

Las ponencias fueron calificadas por el arquitecto Delmonte como muy interesantes y destaca las ofrecidas por las investigadoras Rossy Díaz y Teresa Guerrero, musicóloga y comunicóloga respectivamente, quienes hablaron sobre culturas juveniles en los barrios populares de la capital dominicana.

Las investigadoras dividieron a los jóvenes en tres grupos, jevitos, cocolos y alternativos, según el tipo de música que escuchan, los identificaron y ubicaron en la ciudad, y determinaron dónde van a divertirse, cómo usan el espacio público, qué tipo de música escuchan y cuál es su conducta.

Delmonte también destacó la charla ofrecida por dos arquitectas recién graduadas, Carla Grullón y Nicole Rodríguez, quienes hablaron sobre sus investigaciones en barrios populosos enquistados en el centro de la capital, como El Manguito y La Yuca, y de sus propuestas para integrarlos a la ciudad formal.

Puntos de vista:

“Crecimiento urbano a partir de los asentamientos deportivos”
 
El ingeniero Hamlet Hermann habló sobre el crecimiento urbano del siglo XX a partir de los asentamientos deportivos y de ocio, ofreciendo una visión inédita sobre la definición del territorio de la ciudad de Santo Domingo.

Explicó que se le ocurrió hacer una investigación que vinculara la ciudad con el deporte, y de ella salieron interesantes hipótesis, una de las cuales plantea que la ciudad de Santo Domingo empezó a crecer a partir de las prácticas del béisbol, golf y tenis, y posteriormente del baloncesto y voleibol.

En la capital dominicana, que en 1900 tenía 14 mil habitantes y llegaba del Río Ozama a la calle Palo Hincado, y del Malecón a la avenida Mella, no se practicaba ninguna competencia deportiva, sólo se hacían juegos florales.

A partir del 1878, sostiene Hermann, cuando llegan al Este del país los ricos propietarios de los ingenios cubanos que salen de esa isla huyendo a las luchas entre nativos y españoles, traen consigo no sólo sus negocios sino también sus entretenimientos, y entre ellos el tenis, el golf y el béisbol, que hasta ese momento no se conocían en el país.

Plantea que con la propagación de estos juegos, que llegan posteriormente a la capital, y la habilitación de canchas y terrenos de juego en los límites de la ciudad, los capitaleños se fueran desplazando hacia esos espacios y los fueron poblando, permitiendo su crecimiento.


“Desigualdad urbana en Santo Domingo”

El arquitecto Erick Dorrejo explicó en su conferencia que a pesar de que en la República Dominicana las estadísticas revelan importantes niveles de crecimiento económico, no se percibe una mejoría en las condiciones de vida de una gran parte de la población urbana.

Para apoyar citó datos contenidos en el Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana, que dan cuenta que entre 1975 y 2006, el índice de Desarrollo Humano sólo progresó en un 25 por ciento, cuando el Producto Interno Bruto casi se duplicó.

Destacó además que el Distrito Nacional, que es el municipio y zona urbana con mayor ingreso per cápita, registra las mayores concentraciones y densidad de hogares y población pobre. Estas concentraciones alcanzan densidades en torno a los 20,000 pobres por kilómetro cuadrado en barrios de la Circunscripción 3, que comprende los barrios Domingo Savio, La Zurza, Güaley, Ensanche Capotillo, Simón Bolívar.

Dorrejo sostiene que el hecho de que que se concentre una enorme cantidad de recursos en la ciudad de Santo Domingo la convierte en un polo de atracción para habitantes de otras demarcaciones del país que buscan oportunidades económicas y sociales, replicándose así los fenómenos de desigualdad y desequilibrio territoriales a nivel urbano.

“Vivienda informal y el urbanismo que ocupa”
 
La arquitecta Vanessa Espaillat trató sobre los nuevos conceptos de vivienda, específicamente en la ciudad informal, y su importancia para crear estrategias urbanas de regeneración que abarquen la escala de las necesidades y de la ciudad.

Espaillat explicó que los barrios marginados de la capital son productos de una serie de factores que tienen que ver con mala gobernabilidad, corrupción, regulación inapropiada, mercados de tierras disfuncionales, políticas fallidas, sistemas financieros no responsivos y una falta fundamental de voluntad política.

Señaló que en el país, en el período 1996-2000, se establecieron lineamientos de política de desarrollo con el Plan de Acción Coordinada Interinstitucional para la Reestructuración Socio-Económica Urbana y Ecológica (RESURE) de los barrios marginados que bordean los ríos Ozama e Isabela, el cual implicaba una gran inversión social, que abarcaría desarrollo humano, capacitación, consolidación de estructuras habitacionales y sociales, saneamiento, acueductos e iluminación.

Aunque Vanessa Espaillat considera que RESURE carece de complejidad y adaptabilidad a las dinámicas urbanas actuales, “podría constituirse en una base sólida para desarrollar un novedoso plan estratégico de ciudad, que incluya el desarrollo de las riberas del Isabela y el Ozama”.

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