domingo, 26 de febrero de 2012

A sus 14 años Tina no sabe amamantar a su recién nacido

COMPARTÍA LA SALA DE PARTURIENTAS CON OTRAS DIEZ ADOLESCENTES 
Problema. Los casos de adolescentes madres y embarazadas preocupa en los centros hospitalarios.
Con una marcada palidez, ojos vivaces y una sonrisa inocente, Tina (nombre ficticio) aprendía ayer a amamantar. Es que con apenas 14 años hacía dos días que se había convertido en madre de una niña hermosa, por lo que guardaba reposo en la sala destinada a madres adolescentes ubicada en el tercer nivel de la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia.
Ella vive con sus padres en el sector Villa Duarte, en Santo Domingo, y se embarazó de un militar, de 19 años, que aunque no viven juntos se encarga de ayudarla con su manutención.


Para tener su niña, Tina fue sometida a un procedimiento de cesárea, y mientras la miraba con ternura, aseguraba que no volvería a tener más hijos jamás “porque eso duele mucho”.

Confiesa que no estaba preparada para convertirse en madre, porque fue algo que vino sin pensarlo, pero “ya que está, no hay nada que hacer, sino cuidarla”.

Dice que cursa el primero de media, y que pese al embarazo siguió asistiendo a las clases, y que no piensa dejarlos, ya que cuenta con el apoyo de sus padres.

Tina compartía espacio ayer con 10 muchachas más entre los 14 y 18 años que también intentaban aprender a ser mamás. Esa es la realidad que se vive a diario en ese centro de maternidad, donde cada día el Servicio de Atención Integral a Adolescentes recibe un promedio de 15 adolescentes nuevas en consulta pre natal. El año pasado nacieron en el centro 5,187 niños hijos de madres adolescentes y se atendieron en consulta externa 11,168.

Cada una de estas jóvenes cuenta una historia distinta en torno a su vida y su futuro, pero en su mayoría tienen en común una vida de pobreza, la suspensión de los estudios, y la intención de retomarlos.

No tiene padre
“Yo voy a sacar mi niña sola, igual como ocurrió conmigo”, cuenta con desenvolvimiento y hasta con cierto toque de jocosidad, Carla, de 17 años, madre de una pequeña niña que nació prematura, a los siete meses de gestación y con bajo peso.

Cuando se le preguntó la edad del padre de su criatura, su respuesta fue seca “ella no tiene papá”, pero luego de explicar la causa de su respuesta dijo que tiene 19 años, pero que desde que se enteró que ella estaba embarazada se fue supuestamente a trabajar a Baváro, y jamás volvió a saber de él.

“La niña nació a los siete meses, de tres libras, se me tuvo al morir dentro, es chiquitica, la tienen en incubadora.

Es igual que yo, que mi papá también dejó a mi mamá cuando estaba embarazada y yo nací sietemesina y de tres libras”, cuenta.

Vive sola con su madre y con alegría dice que ahora van a ser tres mujeres las que vivirán en la casa. Carla dejó los estudios antes del embarazo y desde hacía un tiempo vivía con el padre de su niña en el sector de Sabana Perdida, pero que se fue a casa de su mamá unos días, cuando regresó le informó a su compañero del embarazo y éste se fue.

“A mi mamá le pasó lo mismo”, asegura, “por eso yo conocí a mi papá cuando tenía 10 años, porque yo salí igualita a su familia, y una tía mía, hermana de él, un día me vio y dijo esa muchacha es familia de nosotros y me llevó donde él”.

Dice que el padre la reconoció verbalmente como su hija, pero que no la declaró oficialmente por lo que no lleva su apellido.

“Lo único que me dio mi papá una vez fue una bicicleta, que yo hasta me sorprendí, pero nunca me dio nada más, ahora su familia sí, ellos son locos conmigo, porque salí igualita a ellos”, cuenta.

Agrega que no le sorprende porque su papá tuvo ocho hijos y solo declaró dos. Dice que ahora que tiene su hija quiere empezar a hacer algunos cursos técnicos y empezar a trabajar para ayudar a su madre con los gastos de la casa.

OTRAS DIEZ HISTORIAS CON EL MISMO DRAMA  
A su lado, en la misma sala, reposaba junto a su niño, una joven de 16 años, quien se embarazó de un joven de 18. ellos no comparten un hogar, por lo que ella vive con su mamá. Dejó sus estudios mientras cursaba el segundo de media cuando supo que estaba embarazada, pero dentro de sus planes están los de volver a la escuela.

Otra de ellas es Juana, también de 16 años, quien desde hace dos años vive junto a su compañero de 22 años, quien se dedica a trabajar mecánica. Ambos viven en Villa Consuelo, pero ninguno de los dos estudian. Ella dice que suspendió sus estudio hace unos años cuando estaba en primero de media, pero que piensa seguirlos.

María tiene 17 años, y vive en una comunidad rural de San José de Ocoa, solo cursó el tercero de básica. Vive junto a su compañero, un músico de 25 años, padre de su recién nacido. Ambas con 15 años, compartían experiencia de convertirse en madre en la misma sala del hospital, Rosy y Susana (nombres irreales). La primera vive en Los Alcarrizos y cursa el octavo de básica, estudios que continúa como estudiante libre, solamente asistiendo los viernes. El padre de su criatura tiene 22 años y es artesano.

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