Por
Gabriel Lorenzo Casilla

Pero
el calificativo de prensa responsable viene construido por hombres y mujeres
que tienen una clara visión de su papel como orientadores de la sociedad en la
que viven y la que trabajan con ahínco y esmero por la paz, por la
educación, por la justicia social y porque cada hombre o cada mujer entienda su
papel como ente humano.
En
la prensa seria y honesta no tiene cabida la vocinglería, el desparpajo y el
tremendismo, porque la prensa responsable está estructurada con una conciencia
clara del tiempo pasado, presente y futuro, actuando con originalidad,
honestidad y seriedad que son sin duda alguna el horizonte de una sociedad que
aspira a ser el soporte del bien en todo el trayecto a recorrer del devenir de
su existencia.
No
así podemos hablar de una prensa irresponsable, carente de objetivos y
carente de seriedad y responsabilidad. Su
papel es sembrar la desesperanza y desánimo en la sociedad y colocar al borde
del abismo a ésta donde se aposenta y que derrota a los integrantes del
conglomerado ante cualquier dificultad que se presente. Con ella solo se logra caer más profundo y más
distante de donde termina la esperanza derrotada.
La
prensa irresponsable puede acrecentar los conflictos de la sociedad y dividir
al pueblo que le permite el domicilio de la mentira y acepta que juegue con
el porvenir que se merece tener como sociedad, el chisme, la mentira que
son caldo de cultivo donde se desarrolla, porque crea nata como la leche que
hierve a todo fuego donde el humo y la llama arden de forma común.
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