Tanto o más importante que encontrar pruebas forenses es acreditar la legitimidad de éstas y, sobre todo garantizar la salvaguardia de las mismas. Desde correos electrónicos, hasta información recuperada, pasando por mensajes existentes en aplicaciones de redes sociales, todo es susceptible de ser manipulado. De ahí la importancia de la salvaguardia de la prueba. Ya hemos hablado en hilos anteriores de la importancia de la cadena de custodia, como garantía -en muchos casos-, de la legitimidad de la prueba.
Existen multitud de formas de hackear un WhatsApp, como magistralmente nos explica Silvia Barrera, en un reciente artículo
escrito en “Ciudad Con Ley”, de TecnoExplora. Hace unos días se
demostró igualmente que los mensajes de Whatsapp pueden ser manipulados.
Con tanta información sobre lo fácil que es suplantar WhatsApp, se pone
en seria duda la validez de la información ahí contenida, si bien sobre
este tema hay mucho que decir. Por contra, la recientemente modificada Ley de Enjuiciamiento Criminal,
de 22 de septiembre de 2015, deja libertad para considerar la validez
de la prueba, según se extrae de la lectura de su artículo 579, no
entrando a valorar si este medio puede generar dudas, o no.
Pero volviendo al caso que nos concierne
-la validez legal de los mensajes de Whatsapp, una vez demostrado que
se pueden manipular-, hemos de decir que “no todo es tal y como nos lo
cuentan”. Me explico: cierto es que un whatsapp puede manipularse
mediante métodos que podrían entrar en el ámbito de las denominadas
“técnicas de contraforense”, -de tal forma que serían indetectables
incluso por los peritos informáticos forenses-, pero no es menos cierto
que, para poder llevar a cabo la manipulación de estos mensajes, es
preciso tener “Rooteado”, el dispositivo móvil; esto es: tener instalada
una aplicación que explota una vulnerabilidad de android, de tal forma
que permite tomar el control del terminal telefónico, como si fuéramos
el super usuario del mismo.
Por tanto y, en definitiva, el
profesional forense que extraiga la prueba del móvil intervenido, deberá
igualmente certificar que el terminal no ha sido rooteado, ni
manipulados los privilegios de ciertos directorios, a mayores de la
necesaria certificación y protección de los ficheros de whatsapp y su
contenido. Cosa que, por otra parte, es conveniente hacer en todos los
casos, de tal forma que la seguridad sobre la integridad de los datos
extraídos sea incuestionable.
Y no es menos importante el hecho de que
rootear un móvil, o hackear un servicio de whatsapp, no es tarea fácil,
por mucho que se empeñen en tacharlo como tal en multitud de páginas
web.
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