Ante varios miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro del Vaticano en una mañana soleada, pero fría, el Pontífice pronunció el tradicional Mensaje de Navidad, en el que repasó la situación en el mundo y pidió el cese de la violencia en Siria, "donde ya se ha derramado demasiada sangre".
En este día de Navidad, el Papa, de 84 años, aseguró que Jesús vino al mundo para salvar al hombre de todos los tiempos, "que no sabe superar por sí solo las dificultades y peligros y necesita poner su mano en otra más grande y fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto".
"Jesús fue enviado por Dios para salvarnos de ese mal profundo, arraigado en el hombre y en la historia, que es la separación de Dios, el pretencioso orgullo de actuar por sí solo, intentar competir con Dios y ocupar su puesto, decidir lo que es bueno y es malo y ser el dueño de la vida y de la muerte", afirmó.
Benedicto XVI agregó que ese es "el gran mal, el gran pecado", del que los hombres no se pueden salvar si no es encomendándose a Dios e invitó a los fieles de todo el mundo a dirigirse al Niño de Belén y pedirle "ven a salvarnos".
Esa salvación también la pidió para todas aquellas personas que -dijo- viven en situaciones difíciles y para los "que no tienen voz".
"Que el Señor socorra a la humanidad afligida por tantos conflictos que todavía hoy ensangrentan el planeta. Que conceda la paz y la estabilidad a la Tierra (Oriente Medio) en la que decidió entrar en el mundo, alentando a la reanudación del diálogo entre israelíes y palestinos", subrayó.
En ese recorrido por el mundo imploró a Dios que cese la violencia en Siria, "donde ya se ha derramado demasiada sangre", que favorezca la plena reconciliación y la estabilidad en Irak y Afganistán y que dé un renovado vigor a la construcción del bien común en todos los sectores de la sociedad en los países del norte de África y Oriente Medio.
Benedicto XVI también invocó el auxilio para los pueblos del Cuerno de África, "que sufren a causa del hambre y la carestía, a veces agravada por un persistente estado de inseguridad" y exhortó a la comunidad internacional a que ayude a los muchos refugiados de esta región, tan duramente afectados en su dignidad".
El papa Ratzinger imploró consuelo para la población del sureste asiático, especialmente de Tailandia y Filipinas, que se encuentran aún en graves situaciones debido a las recientes inundaciones.
También abogó para que se afiance el diálogo y la colaboración en Myanmar, la estabilidad política en los países de la región africana de los Grandes Lagos y se fortalezca el compromiso de los habitantes de Sudán del Sur para proteger los derechos de todos los ciudadanos.
"Volvamos la vista a la gruta de Belén: el niño que contemplamos es nuestra salvación. Él ha traído al mundo un mensaje universal de reconciliación y de paz. Abrámosle nuestros corazones, démosle la bienvenida en nuestras vidas", señaló el papa.
El mensaje siguió la misma línea de la homilía que pronunció esta pasada noche durante la Misa del Gallo, en la que pidió por la paz en el mundo e imploró a Dios que "demuestre su poder" y arroje al fuego "las varas del opresor, las túnicas llenas de sangre y la botas de los soldados" y haga que la paz venza en este mundo, amenazado por la violencia.
El Obispo de Roma denunció que la Navidad se ha convertido en un una "fiesta del comercio" cuyas luce esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez.
El Papa exhortó a los fieles a celebrar la Navidad renunciando a la obsesión "por lo que es material, mensurable y tangible" y pidió por todos aquellos que tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios".
Tras el mensaje de hoy, el papa impartió la bendición "Urbi et Orbi" (a Roma y a todo el mundo) en 65 idiomas, entre ellos español, portugués y guaraní.
En español proclamó: "Feliz Navidad. Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos los pueblos", en medio de los aplausos y vivas de numerosos españoles y latinoamericanos presentes.
El mensaje fue transmitido a 61 países, entre ellos casi todos los latinoamericanos. Benedicto XVI tiene previsto viajar a México y Cuba a finales del próximo mes de marzo.
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