Por Guillermo Moreno
El discurso del
presidente Danilo Medina, tuvo notables ausencias.
No tocó el tema del gran déficit fiscal.
Y realmente no podía hacerlo pues ese déficit fiscal está motivado
principalmente en el uso de los recursos del Estado en la pasada contienda
electoral que lo llevó a él a la presidencia de la República.
No mencionó, ni una sola vez, la palabra corrupción y no podía hacerlo,
pues a su lado estaba Leonel Fernández, que propició en los últimos ocho años
el gobierno más corrupto del que se tenga noticias.
No dijo nada del irresponsable endeudamiento externo que ha hipotecado
el país y con el que se mantiene artificialmente la estabilidad macroeconómica,
y no podía hacerlo pues él seguirá esta política de endeudamiento.
Nada dijo de las políticas neoliberales que han privatizado los
servicios públicos y que han llevado a la quiebra a millares de
productores nacionales, concentrado la riqueza y reproduciendo la pobreza, la
marginalidad y la exclusión social.
Podríamos mencionar muchas otras ausencias.
La verdad es que este fue un discurso concebido en una retórica que
tenía por objetivo despertar las esperanzas perdidas por la ciudadanía
luego del vendaval de los ocho años de desgobierno de Leonel Fernández y su
equipo gubernamental.
Y debemos decir que, aunque de forma tímida, por momentos logró
despertar la ilusión en segmentos poblacionales importantes.
Así pasó al anunciar que cumplirá con lo que dispone la ley, de invertir
el 4% del PIB en el sistema educativo público, o su compromiso de acabar con el
analfabetismo en los primeros dos años de gobierno.
Igual su referencia a la equidad de género como un eje transversal de
las políticas públicas.
Su compromiso de crear 400 mil empleos dignos o haber empeñado su palabra
con una significativa reducción de la muerte materna e infantil.
Pero entonces sucedió que toda esa esperanza se derrumbó al
conocer los nombres de los nuevos incumbentes de su gabinete de gobierno.
La sonrisa de alegría se fue convirtiendo en una mueca de frustración al
comprobarse que Danilo Medina incumplía su palabra de corregir lo que está mal,
al ratificar o simplemente trasladar a la mayoría de los ministros de Leonel
Fernández, responsables de estos dos malos gobiernos.
Grande fue la desilusión al comprobarse que fue incapaz de hacer
lo que nunca se hizo: nombrar un gabinete con paridad de género.
En esta primera y crucial prueba, una vez más, Danilo Medina,
lejos de marcar la diferencia, prefiere no tocar la estructura de
poder de Leonel Fernández.
Una vez más, Danilo Medina pacta con Leonel Fernández y su equipo de
corruptos, antes que asumir una agenda de ruptura de cara a las aspiraciones
ciudadanas.
Danilo Medina antes de las 24 horas gobernando y ya preside un
gobierno viejo.
Ya mucha gente sentenció su gobierno como “más de lo mismo”.
El pueblo dominicano no debe albergar grandes expectativas del gobierno
de Danilo Medina.
Danilo Medina es un presidente atrapado en las redes de intereses que lo
llevaron al poder.
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