lunes, 14 de septiembre de 2015

Siete notas para identificar la sociedad indignada

Primera nota: Su mayor acierto es su decisión y entusiasmo de estar en las calles y en ellas hacernos mucho pueblo repudiando la corrupción e impunidad, y el haber unido la lucha contra la corrupción y la impunidad con la demanda política que señala a la mafia como responsable del latrocinio hondureño, expresado en la consigna nacional ¡Fuera JOH!!
 
Segunda nota: Su mayor debilidad está en la ausencia de alianzas articuladas y su reducida visión política para prever el futuro más allá de la actividad y movilización en la coyuntura inmediata. Mucho activismo y poco debate y reflexión. Tantos “vigores dispersos” hacen ver no a una única oposición con su diversidad de riquezas, sino a muchas oposiciones, cada una andando por su cuenta y riesgo.
 
Tercera nota: La tendencia a los protagonismos y a la concentración de decisiones en reducidos grupos de dirigentes o en personas específicas, así como la desconfianza entre unos grupos y unas personas hacia otros y otras, le da más coherencia a las negatividades que a las oportunidades y riquezas que existen en toda la gente que lucha.
 
Cuarta nota: Las expresiones indignadas se concentran con mayor fuerza en los centros urbanos y entre los sectores medios, estudiantiles y profesionales, y aunque es muy positivo, con frecuencia las demandas de los sectores campesinos y de las zonas marginadas urbanas quedan relegadas.
 
Quinta nota: El fenómeno de la indignación moviliza tanto a las tradicionales generaciones progresistas y de izquierda que se articularon en torno a la lucha de resistencia contra el golpe de Estado, como a las nuevas generaciones, especialmente juveniles, que lideran las marchas de antorchas desde un manejo exitoso de las redes sociales. Sin embargo, muchas veces en lugar de complementarse, estas dos generaciones acentúan diferencias, desconfianzas e incluso confrontaciones.
 
Sexta nota: La fuerza de las demandas contra el gobierno como responsable de la corrupción e impunidad es una riqueza de la oposición. Sin embargo, una enorme debilidad es la ausencia de análisis y debate que acaba expresándose en lecturas con frecuencia simplistas de la realidad. La presión en las calles ha de estar acompañada de profundos análisis para saber debatir y defender los derechos y demandas populares en cualquier mesa de diálogo y de negociación. Hay mucha gente pesante, pero falta que crezca como intelectualidad orgánica, es decir, metida a fondo en la realidad de la gente indignada, y falta más alianza de la gente en las calles con los intelectuales.
 
Séptima nota: Las corrientes de los partidos políticos aprovechan las movilizaciones para proselitismos de cara al siguiente proceso electoral. Con esta práctica, en lugar de fortalecerse, se debilitan todos los sectores porque afloran las desconfianzas, crecen las sospechas y se rompen los puentes. Cuanto más proselitismo se hacen en las movilizaciones, más se debilita la lucha, y cuanto menos proselitismo existe, más se agranda la lucha y más reconocimiento alcanzan los partidos políticos y sus corrientes ante la sociedad indignada.

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