martes, 31 de enero de 2012

El cuatro ojos: un ave que usa herramientas

Fuente: Simón Guerrero
Santo Domingo. A mediados de los 80 observé a un Cuatro Ojos (Phaenicophilus palmarum), ave endémica de nuestra isla (el nombre alude a las manchas blancas que tiene alrededor de los ojos), hacer algo que me pareció digno de publicar. Cuando atrapa un lagarto que no puede tragar entero, lo corta en pedacitos enganchándolo en la horquetilla de un árbol. Cuando la presa se le zafa, la atasca de nuevo con un movimiento semicircular de la cabeza que no deja dudas del carácter intencional de esta conducta. Este es un comportamiento muy importante, porque refleja un uso, aunque rudimentario, de una herramienta, de algo que no es su cuerpo, para satisfacer una necesidad primaria como la alimentación. El uso de herramientas es un criterio casi siempre vinculado a los grupos más inteligentes en la escala animal, siendo el Homo sapiens la versión más acabada, que no sólo crea herramientas para adaptar el ambiente a sus necesidades, sino que además las fabrica para producir otras herramientas.


Como se recomienda en estos casos, lo primero que hice fue verificar si alguien ya había observado este fenómeno. Como lo sospechaba, era la primera vez que se reportaba esta singular conducta. Ya estaba todo listo para publicar el hallazgo en el "Naturalista Postal" (donde finalmente apareció), una fructífera publicación ocasional creada por el Prof. Marcano. Pero mi mayor sorpresa fue que nadie sabía tampoco que comía lagartos, algo que yo conocía desde niño. Esto tal vez se explica porque se trata de un ave pequeña que sólo existe en nuestra isla, donde casi todo está por estudiar. Son dos riesgos que corremos constantemente en la investigación científica si no hacemos una revisión antes de publicar algo: creer que hemos descubierto el agua tibia, o, por el contrario, no percatarnos, porque suponíamos que todo el mundo lo sabía, de que lo que hemos descubierto es totalmente nuevo.

Como me seguía pareciendo tan extraño que nadie supiera que los Cuatro Ojos comían lagartos, seguí indagando. Consulté a James Bond (El verdadero, a quien el espía británico le robó el nombre); él tampoco tenía ninguna información. Tres años más tarde, en la biblioteca del Zoológico de Washington, descubrí un libro dedicado a la familia del Cuatro Ojos (Thraupidae), el cual leí minuciosamente, sin encontrar ninguna alusión a que incluyera lagartos en su dieta. Sólo Russ Greenberg, investigador del Smithonian, dice haber visto en Panamá a un miembro de este grupo comiendo largartos. Esta semana vi un Cuatro Ojos en la explanada de Unibe comiendo un pedazo de pan que "almacenó" en el hueco de un tronco. Esta es otra conducta nueva para mí. Ni sospechaba que comían desechos humanos. Siempre recuerdo, en casos como éste, la sabia reflexión del francés Claude Bernard, padre de la medicina experimental: "En la naturaleza, lo que es absurdo según nuestras teorías, no siempre es imposible".

No hay comentarios:

Publicar un comentario