miércoles, 25 de abril de 2012

24 mil soldados de EEUU desembarcaron en RD

La cifra de 42 mil marines parece que fue un invento con el que se pretendió crear un clima de intimidación tendente a reducir las hostilidades y obligar a las negociaciones
Fuente: Hector Minaya
Mujeres constitucionalistas en una protesta contra la invasión de Estados Unidos. Se destacan la doctora Marina Elena Muñoz, Marina Pérez y la actriz Angela Herrera.

Quizás el Gobierno de Estados Unidos pretendió crear un clima de intimidación  tendente a reducir  las hostilidades durante la Guerra de Abril, al no rectificar la cifra de 42 mil infantes de marines, cuando en realidad eran  cerca de 24 mil las tropas que desembarcaron desde el 28 de abril de 1965 en  República Dominicana.


Parece confirmar esta suposición  el hecho de que el presidente Lyndon B. Johnson y sus asesores habían acordado que se debía usar una fuerza abrumadora para estabilizar la situación en Santo Domingo y así lograr tener un impacto psicológico necesario para detener la lucha y obligar a las negociaciones.

Aunque el Presidente estadounidense quería suficientes tropas para "tomar y mantener" el país sin problemas, el secretario de Estado, Robert McNamara, y  el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Joseph Wheeler, aconsejaron al mandatario que una o dos divisiones eran suficientes para realizar la tarea, por lo que finalmente Johnson autorizó el envío del resto de la 82  División Aerotransportada del Ejército estadounidense, la Brigada Expedicionaria de la Marina y  puso en alerta, si era necesario, la 101 División Aerotransportada.

Después de haber completado la 82 división (integrada entre 10 mil y 15 soldados) ordenó también enviar a Santo Domingo el XVIII Cuerpo Aerotransportado.

El 5 mayo un comité ad hoc de la OEA logró un alto al fuego y se reconoció la zona de seguridad internacional.

Tomando nota de estos acuerdos, la OEA el 6 de mayo resolvió establecer una Fuerza de Paz Interamericana, encargada de mantener la seguridad y el establecimiento de un ambiente de paz y conciliación.

En espera de la llegada de contingentes de América Latina, los Marines  continuaron en la tarea de evacuar a los restantes residentes extranjeros que deseaban abandonar, y distribuyeron en sectores de la Capital raciones de alimentos.

A mediados de mayo, una fuerza máxima de 23.850 soldados estadounidenses, marines y aviadores se encontraban en  República Dominicana,  así como 38 buques de guerra en alta mar.

Cabe resaltar que la presencia el 28 de abril de Marines en suelo dominicano, cuatro días después de iniciar la revolución, no fue un hecho fortuito, sino merced al plan OPLAN 310/2-65, que había sido elaborado como contingencia en el periodo de la Guerra Fría dentro la agenda de seguridad del Gobierno de Estados Unidos.

Este plan especial para República Dominicana, a cargo del comando Lantcom, estaba listo desde el 2 de febrero de 1965, y eso facilitó la rápida llegada a las costas de Santo Domingo de los Marines el lunes 26 de abril en el portaaviones Boxer.

Los preparativos para la invasión comenzaron ese lunes cuando el Estado Mayor Conjunto del Ejército estadounidense emitió una alerta para colocar dos equipos aéreos del batallón de combate y de la fuerza aérea de la 82 División.

Originalmente, en la parte operativa el OPLAN 310/2-65 preveía el despliegue de un máximo de seis batallones de infantería, fuerza aérea y cuatro equipos del batallón de Marines, junto con otras unidades especiales y de apoyo.

Contemplaba también una demostración de fuerza, el bloqueo del país, la protección y evacuación de ciudadanos estadounidenses, y una posible intervención.

Para el personal militar de esa división el período de 27 a 29 abril implicó un grado de actividad frenética, ya que trabajaron para revisar y modificar algunas partes de los planes y mantenerse al tanto de cambios en las condiciones y requisitos.

 El mayor general Robert York, comandante general de la  82 división Aerotransportada había trabajado con oficiales de su Estado Mayor en preparar las aeronaves y las unidades de combate para la posible intervención.

York tuvo que determinar cuál era la misión de la 82 división pues ni Lantcom ni el mensaje de alerta tenían una pista de la acción específica a realizar en la crisis dominicana.

En efecto, tuvo que idearse un plan para el asalto inicial. Este incluía el lanzamiento desde el aire de paracaidistas cerca de  la base aérea de San Isidro en el caso de que el campo de aviación estuviera dominado por los rebeldes. En la determinación de la misión se necesita información precisa, especialmente sobre la identidad, el estado y ubicación de las fuerzas amigas y enemigas y la ubicación de las instalaciones principales en Santo Domingo.

La información que había recibido el comando no cumplía con estos requisitos y York y su equipo argumentaron más tarde que “un vacío de inteligencia crítica existió durante las etapas vitales iniciales de la operación”.

Algunos informes de la Embajada y la CIA llegaron a la 82D, pero el personal consideró estos mensajes como alarmistas, poco fiables, y debido a su preocupación por la cuestión comunista, prácticamente irrelevante en términos de planificación militar.

En consecuencia, las sesiones de información dos veces al día para los principales agentes de la 82D se basaban principalmente en traducciones aproximadas de la televisión en español y las transmisiones de radio.

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