viernes, 7 de noviembre de 2014

CRECEN LAS FILAS DE HAITIANOS

Por: Daniela De La Cruz Gómez

Las filas de haitianos que quieren ser dominicanos por via de una documentación improvisada aumentaron al cumplirse el paso para el registro de naturalización.

Sin embargo, el proceso no es fácil. Los haitianos tienen que portar documentación que haga constar que nacieron aquí o que sus padres vivieron en la República Dominicana, entre otros requisitos.


Los haitianos se arremolinan en Santiago en torno al parque Duarte. Eso es lo formal. Pero de manera informal siguen llegando grandes cantidades de haitianos que pasan la frontera casi sin dificultad. Quieren incorporarse a las fuentes de trabajo que no hay en Haití. Esto también tiene sus problemas. El trabajo que consiguen es el de los dominicanos más desprotegidos: vendedores de coco, de helados, de frío frío, vendedores de frutas y así, otros trabajos menores. Esto es como vestir un santo desvistiendo a otro.

Algunos también cometen delitos y pasan criminales entre los que, desesperados, cruzan la llamada frontera, para obtener algún trabajo. El segundo problema es que se han apoderado de la construcción y ya casi no hay empleador que no los utilice en desmedro del trabajo de los albañiles dominicanos.

El tercer problema es el de los partos: Los hospitales están llenos de parturientas haitianas que, después, reclamaran que como sus niños nacieron aquí, hay que darles también la nacionalidad. Hay una campaña enorme en favor de la presencia haitiana en el país sin ver que no hay todas las condiciones para ello y ni siquiera la mitad. Esto está creando mucho malestar.

Y no se diga si viniera el ébola a Haití. Podría haber grandes convulsiones, como ya amagaron con producirse con el cólera que mató más de cien dominicanos y fue traída desde Haití.

Una de las derivaciones negativas de esta presencia haitiana, ademas de las anotadas, es la denostación del símbolo que responde al nombre de la bandera, tejida por Maria Trinidad Sánchez en los albores de la República.

Se ha visto la quema de la bandera dominicana en rituales vudú, la utilización del símbolo patrio para cortinas, como sábana para arroparse y en otros usos que denigran un instrumento de expresión sagrado de la dominicanidad.

Esta es claramente una provocación al sentimiento patrio, hecho con saña y no sin alevosía por personas que no le ven importancia y que desprecian los valores más sentidos de los dominicanos y de su Estado jurídico, político y patriótico que no puede ser alienado, agredido, zaherido y utilizado indebidamente ni siquiera por los dominicanos.

Las consecuencias legales de estos acontecimientos que traicionan también el pensamiento y la memoria de Juan Pablo Duarte, conllevan multa, prisión y sanciones varias contemplados en el Código Penal dominicano. Si se procede de este modo con los símbolos patrios que no se haría con la gente de haber la oportunidad en algún momento.

Estas agresiones representan una intención, un mensaje, una idea de desprecio y de desconsideración a un país que les da acogida, que les procura empleo, asistencia médica, solidaridad en la desgracia, como se vio a partir del terremoto del 2010, disposición hospitalaria a sus parturientas, adquisición de sus productos comerciales y venta de alimentos, entre otras iniciativas que debieran motivar por lo menos el respeto ya que no el agradecimiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario