Yuba, 13 dic (EFE).-Sudán del Sur es rico en
petróleo, pero los ciudadanos de varias de sus regiones apenas se
benefician de tal recurso y actualmente sufren una parálisis casi total
de sus vidas ante la acuciante falta de gasolina y diésel en el mercado
local.
La ausencia de combustible se está notando
especialmente en la capital del país, Yuba, donde los sursudaneses hacen
todo lo posible por obtener este recurso tan necesario para sus
actividades diarias.
Esta situación se ha agravado, además, por la
carencia de electricidad, de manera que los habitantes de la ciudad ya
no pueden siquiera hacer funcionar los generadores de energía ni los
vehículos de transporte.
Incluso en algunos barrios la gente ha empezado a
sufrir escasez de agua porque los camiones cisterna que la transportan
no tienen forma de moverse.
En las calles de Yuba, se ha vuelto frecuente ver a
las personas andando en masa para desplazarse hacia sus puestos de
trabajo: no les queda otro remedio, pues sus coches particulares están
sin combustible y permanecen aparcados cerca de sus viviendas.
Pocos se pueden permitir el lujo de comprar
gasolina, cuyo precio ha subido en el mercado negro hasta los 70 libras
(unos 20 dólares) frente a su valor original de 7 libras (2 dólares).
Ese aumento ha causado también un incremento de las tarifas y de los billetes del transporte.
Así, por ejemplo, los pasajeros que quieran
desplazarse de la capital a la ciudad meridional de Nimule, en la
frontera con Uganda, deben pagar 100 libras (unos 30 dólares) por el
viaje, lo que supone un 25 por ciento más que antes.
Peter John, un conductor de autobús que cubre esa
ruta, señala a Efe que se ha visto obligado a comprar la gasolina en el
mercado negro ante una crisis que -dice- aparece "de vez en cuando" y
cuyos motivos no acaba de comprender.
Sudán del Sur, que logró su independencia de
Jartum en julio de 2011, tiene importantes pozos petrolíferos, si bien
no dispone de las infraestructuras necesarias para procesar el crudo,
que exporta a través de Sudán a los mercados internacionales.
Para el consumo interno de energía, este joven
país africano compra combustible, principalmente, de sus vecinos Kenia y
Uganda mediante un complejo sistema en el que se han empezado a cometer
supuestos abusos ante la falta de control del Gobierno, lo que
repercute en el abastecimiento.
La compañía estatal de petróleo Nile Pet
proporciona divisas extranjeras a los distribuidores para que las
inviertan en importar gasolina.
Sin embargo, estos últimos han sido acusados de
revender los dólares adquiridos a un precio mayor y destinarlos a sus
propios intereses y no a la compra de combustible, empeorando así la
precaria situación económica en la capital y demás ciudades.
En declaraciones a Efe, el presidente de la
Federación de los Empresarios, Ayii Doung Ayii, critica esa medida
porque -apunta- se entregó dinero a los distribuidores extranjeros sin
que se garantizara el suministro de hidrocarburos.
"La iniciativa no fue buena. Me pregunto entonces
por qué engañamos a los ciudadanos diciéndoles que el combustible está
de camino al país", agrega Ayii.
La crisis ha afectado, sobre todo, a los estados
del país que tienen malas infraestructuras viales o dependen de los
hidrocarburos procedentes del puerto keniano de Mombasa.
El dueño de una gasolinera en la ciudad de Wau
(oeste), Mohamed Daud, asegura a Efe que cerrará su establecimiento
porque no prevé la llegada de combustible, más aún después de que quince
camiones que lo transportaban se quedaran bloqueados en la carretera a
causa de la lluvia.
Asimismo, la ciudad de Bor, capital del estado de
Jonglei, el mayor del país, vive una crisis energética continua desde
hace un año, cuando los almacenes de gasolina fueron destruidos en los
combates registrados en ese lugar entre el Ejército y los rebeldes.
La producción de petróleo también se ha visto
mermada por el conflicto armado, que estalló hace un año entre los
leales y detractores del presidente sursudanés, Salva Kiir, quien
denunció un intento de golpe de Estado por parte de su rival Riek
Mashar. EFE
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