Por
Héctor Turbi
Héctor Turbí es economista. |
Si Republica Dominicana fuera un país
con minima institucionalidad que se respetara, el presidente Danilo Medina
estuviera siendo objeto de un juicio político para su destitución, en vez de
estar forzando la reforma de una constitución con apenas 5 años de promulgada
para su repostulación.
Bastaría que se determinara la
evidente responsabilidad directa del presidente en los manejos corruptos del denominado Proyecto Termoeléctrico Punta
Catalina.
Salvando las diferencias históricas,
para llevar adelante las ya famosas plantas de carbón, el presente gobierno ha
cometido más irregularidades, que las que incurrió el gobierno de Buenaventura Báez en 1869, con el tristemente
recordado préstamo con la
Casa Harmont.
Siendo la solución del problema
eléctrico un tema tan sensible para la ciudadanía, y siendo el presidente
Medina una persona con tan buenas intenciones como se le precia y se le
promueve, no ha debido tener ninguna necesidad
de:
1-
Iniciar un proyecto sin realizar los estudios
ambientales que dispone la ley y sin consultar a la población impactada, ni
tener los permisos municipales correspondientes.
2-
Iniciar la construcción de una obra en un una
superficie de 3,600 tareas de terrenos privados en las parcelas 233 y 136 del
Distrito Catastral no . 2 de Bani, sin adquirir los terrenos, ni declararlos de
utilidad pública.
3-
Permitir que un proyecto de tecnología
sub-critica (la mas atrasada), sea presupuestado al costo de la tecnología supercrítica
en US$2,040.7 millones, con una sobre –valuación de entre 600 y 1000 millones
de dólares, donde existieron ofertas de hasta menos de US$1,000 millones.
4-
Apoyar una licitación amañada.
5-
Confabularse con Odebrecht, una de las
empresas transnacionales más corruptas de America Latina, condenada por hechos
escandalosos ocurridos en su propio país de origen, Brasil, por sobornar a políticos
para la consecución de contratos deliberadamente sobrevaluados como en el caso
de Petrobras.
6-
Obligar al ministerio de medio ambiente a
emitir a posteriori una licencia ambiental sin cumplir con los requisitos que
dispone la ley.
7-
Presionar al congreso nacional para que
apruebe un contrato amañado, sobrevaluado y sin contar ni siquiera con los
documentos de los terrenos donde se le construyen las obras.
8-
Permitir que se sobornen los ayuntamientos municipales para que emitan
permisos de no objeción ilegales a posteriori, año y medio después de iniciado
el proyecto.
9-
Permitir que se desarrolle una campaña de
mentiras, comprando medios de comunicación y periodistas para decir que se producirá
energía limpia en base a carbón mineral.
10-
Permitir que se le mienta a la población
banileja y nacional, diciéndole que 175 mil toneladas anuales de cenizas
(Rokas) y 15 mil toneladas anuales de escorias, serian usadas en la industria
de la construcción, sin tener ninguna base para esto.
Resulta evidente que la única razón
lógica que ha llevado al presidente Medina a comprometerse con este prontuario
de irregularidades, al punto de llegar a decir que había un boicot contra las
plantas a carbón cuando el Tribunal Superior Administrativo (TSA) suspendió la
licitación por sospecha de sobrevaluación, es que las grandes comisiones
derivadas del sobrecosto de este proyecto estén destinadas a su proyecto de reelección
y favorecer los grupos económicos y políticos que lo apoyan.
Ahora que el CONEP, muestra su interés
de que las plantas sean de propiedad y administración privada, va quedando
claro ante la opinión pública todo el
negocio sucio del carbón que denunciáramos desde tiempos atrás. No se trata de
soluciones a la cuestión eléctrica, sino de las mismas artimañas de siempre,
ahora con el agravante de que se afectara severamente a la población impactada.
En las discusiones del pacto eléctrico
y en diversos eventos recientes incluido el seminario realizado por la UASD sobre la crisis eléctrica,
ha quedado también en evidencia la gran estafa que ha representado para el país
la llamada capitalización materializada en 1999.
Solo pensar que esa privatización se hizo
porque el Estado supuestamente no disponía de los recursos para la modernización
del parque eléctrico nacional, mismo Estado que ha cargado a los bolsillos del
pueblo entre 1999-2014, 12 mil millones de dólares en “subsidios” que han ido a
parar en su mayoría a las arcas de los grupos más voraces del llamado sector
privado en estrecha colusión con las mafias partidarias, indigna.
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