Por
Gabriel Lorenzo Casilla
Durante
muchas décadas el mundo presenció las injusticias que cometían los imperios y
los regímenes militares, donde los ciudadanos eran hechos prisioneros,
fusilados o vejados sin que existieran garantías y sin que alguien se atreviera
a reclamar justicia para una persona que recibiera tales maltratos, pero con el
surgimiento de la revolución RUSA, la revolución francesa, y en el siglo veinte
en sus inicios, donde configuraron tratados y convenciones, y con ellos las
personas se fueron empoderando y surgen ideas de grandes juristas, y personajes
de ideas avanzadas, y como consecuencia de ello, nace también el concepto de
ideas que favorecen las garantías a los derechos que tienen los ciudadanos de
que se les respeten sus derechos sociales, políticos, religiosos y económicos.
Desaparecidas
las situaciones de arbitrariedades que existían, casi en todo el mundo, con el
empoderamiento de todos los organismos mundiales y regionales, así como los
acuerdos firmados por los países miembros de esos organismos ya fortalecidos,
también las garantías que tienen los ciudadanos, en esa misma dirección ha
crecido el crimen organizado y la delincuencia toma con fuerza la manera de
ejecutar sus acciones hacia las victimas creando un mundo de inseguridad y de
irrespeto a los ciudadanos.
Lo
que falta ahora no crear garantías para los violadores de los derechos de las
victimas, sino crear al mismo tiempo, la seguridad que no tenemos los
ciudadanos sencillos que necesitamos garantías a nuestros derechos y que no se
vulneren, y que alegando las garantías de los delincuentes, las victimas no
tengan protección ante a ley y la justicia.
Ahora
que surgen en el mundo grupos criminales capaces de actuar en contra de
ciudadanos pacíficos, honestos y por demás trabajadores y respetuosos de las
leyes, valdría la pena revisar si las garantías deben estar del lado de los
victimarios o de las víctimas, para que el MINISTERIO PUBLICO, LOS
ABOGADOS Y JUECES, hagan consciencia de su papel como tales y actúen conforme
mandan las leyes en cada caso en particular.
Sí
bien es cierto que las largas penas a que se que se le impone a un victimario,
no resuelven o regeneran a los delincuentes, no es menos cierto que los
saca de circulación y evita que repita sus acciones malignas contra ciudadanos
indefensos. Resulta sumamente difícil regenerar a los delincuentes, para
mí el modelo de cárceles no puede regenerar a una persona, porque es un sistema
de esclavitud, cruel e inhumano, que convierte al delincuente en un ente más
peligroso que antes de entrar en ese modelo que tiene la R. D., que se debe
cambiar y hacer de cada centro penitenciario una zona franca, donde
el sector privado y el oficial trabajen juntos, que en lugar de ser un
presidiario una carga para el ESTADO, se convierta en un ente productivo para
su familia y la sociedad y por ende para el ESTADO.
Vamos
a establecer leyes que impedían las fianzas para los delitos relacionados con
drogas, los homicidios, y la libertad condicional, la persona que sea condenado
a veinte (20) años, que cumpla la pena impuesta, pero en un sistema carcelario
humano y de progreso para el presidiario, la sociedad y el ESTADO.
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