lunes, 26 de diciembre de 2011

Redes estafan mujeres migrantes dominicanas; las maltratan y prostituyen en el extranjero

Muchas migrantes pierden su dinero y hasta su dignidad en manos de redes mafiosas
 
Fuente: SOILA PANIAGUA
Muchos ven en las migraciones una forma de salir de la marginalidad y la desigualdad social en que viven, pero chocan con el peligro. Foto de archivo
Cada año cientos de mujeres  migran  buscando un mejor  nivel de vida para ellas y sus familias,  enviando  dinero que ganarían  con un empleo digno  en otro país, pero en el camino a la “prosperidad” muchas caen en manos de  redes de tratas de personas, que las estafan, maltratan  y  prostituyen.

Un estudio hecho por la antropóloga Tahira Vargas García para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM),  sobre Mujeres Dominicanas, Sobrevivientes de Trata, enumera los motivos que empujan a esas personas a migrar para escapar de la marginalidad.

Plantea que las migrantes salen con la ilusión de conseguir un empleo  que les permita conseguir dinero para cubrir sus necesidades esenciales, pero caen en violencia y prostitución, desilusión, desolación y problemas sicológicos.

Se estima que el 52% de las personas que emigran en República Dominicana son mujeres.

Reconoce que  la trata de mujeres es un fenómeno  complejo, con muchas barreras sociales, económicas, culturales y políticas, cuya erradicación  requiere acciones combinadas.

La imposición de controles migratorios más duros y estrictos por parte de los gobiernos  en vez de ayudar hace más rentable el tráfico ilícito  de personas y puede inclusive empeorar la  situación de quienes quieren escapar de la pobreza y la marginalidad.

El caso de República Dominicana es que, por un lado, ostenta la condición de emisor de emigrantes en condiciones   de riesgo, y a la vez recibe inmigrantes que pueden caer en esa categoría.

El estudio cita los Protocolos  de Palermo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente de mujeres y niños,  que la mayoría de las víctimas desconoce.

Refiere la investigación, que la explotación sexual de  las mujeres se plasma en violencia física, verbal, imposición en el uso de drogas, entre otras, lo que termina afectándolas emocional  y psicológicamente.

Otra consecuencia es el  endeudamiento de la familia  que sigue entrampada con deudas difíciles de pagar por su condición de pobreza, porque el viaje no rindió los beneficios que se esperaban.

Las mujeres víctimas de trata tienden a pertenecer a un contexto socioeconómico de pobreza y vulnerabilidad.

Cómo viven.  Las viviendas en las que habita  la mayoría de las   mujeres víctimas de tratas responden al modelo cuarterías en las zonas urbana-marginales o en las zonas rurales, con espacio para dos habitaciones, una con dos camas y la otra con la estufa, sillón y televisión, y normalmente la ocupan entre cinco y seis personas.

Las casas tienen paredes de concreto en el exterior y en  el interior  divisiones de madera o material desechable, muchas veces en mal estado. El techo mayormente es de zinc.  Con problemas de saneamiento ambiental, sin baños individuales y, en algunos casos, con letrinas fuera de la vivienda, sin acceso a agua potable, poca iluminación y ventilación.

Escolaridad.  Todas las mujeres víctimas de trata  en alguna etapa de su vida escolar han pasado por  condiciones de sobreedad, deserción  y la  repitencia, que  es un fenómeno reiterado y, en muchos casos,  se cita la dificultad  de aprender y comprender  las matemáticas.

Laboral.  El estudio indica que la mayoría inició su vida laboral a muy temprana edad, en trabajo doméstico, agrícola o  en el sector informal, muchas inclusive en la niñez.

El embarazo en la adolescencia y la falta de recursos económicos  son otros factores que obligan a las  víctimas de trata a desviar  el curso de sus vidas para buscar dinero con que mantener al hijo.


El estudio recomienda hacer  campañas educativas y de orientación sobre el problema, buscando  vínculos  entre organismos judiciales con los  tratantes.


No denuncian
La falta de denuncia no facilita   romper con esas redes de tráfico y trata de mujeres. Es que las víctimas  se abstienen  por temor a que  las personas tratantes la emprendan contra su familia. Otras  no tienen dinero para sustentar el gasto, que representa iniciar un proceso judicial contra los tratantes, que muchas veces tienen fuertes vínculos con personas de poder.

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