jueves, 1 de marzo de 2012

Alfileres (y una web) contra los manoseadores en Turquía

“Estaba en el tranvía junto con mi novio cuando de repente noté una mano sobre mi trasero. Pensé que era un accidente, ya que había mucho público en el tranvía, así que me moví un poco, pero la mano seguía ahí. Me paralicé, como muchas mujeres cuando son agredidas no supe que hacer”, explica Kocher en un post de internet. Enseguida cambió el puesto con su novio y la mano y su propietario desaparecieron entre la gente. La historia de Kocher, con la que lamentablemente están familiarizada las mujeres de casi todo el mundo, comienza a ser increíblemente común en ciertas zonas de Estambul, especialmente donde abundan los turistas o las jóvenes vestidas más a la occidental.


El toqueteo es muy fácil en una ciudad con 15 millones de habitantes, transportes públicos saturados en las horas puntas y una cultura machista que hace que muchos hombres hagan la vista gorda cuando presencian estas escenas y donde incluso, la policía alecciona a las mujeres agredidas sobre su forma de vestir. Hasta hace poco, la única arma de protección de muchas mujeres turcas eran los alfileres, que muchas llevan a mano y utilizan cuando un desconocido intenta sobrepasarse. Una discreta punzada en la pierna y problema resuelto. Sin embargo Kocher decidió ir más allá.

La mujer quiso compartir su experiencia con otras chicas a través de la página de internet Hollaback, una web norteamericana de denuncia sobre el acoso en las calles. La respuesta fue inmediata y un mes después, en abril de 2011, Kocher decidía abrir Hollaback Turquía. La página se ha convertido en una plataforma de lucha contra el acoso en la calle para mujeres, turcas y extranjeras, y el colectivo de transexuales y homosexuales turcos. En ella los miembros comparten trucos para enfrentarse a un acosador, vocabulario en turco para “protegerse en la calle” y un mapa de los lugares donde se produjeron los agravios, junto con una descripción del mismo y del asaltante.

La localización en el mapa de los ataques indica que la mayoría se producen en las zonas como Istiklal Caddesi, la Gran Vía de Estambul, que durante el fin de semana transitan hasta tres millones de personas y donde la mujeres visten generalmente sin velo y con ropa más provocativa. Estas conductas son “un indicio de que muchos turcos ven en la mujer no velada una invitación a no respetarla” explica Fulya Sener, profesora de turco y que asegura que cada vez le resulta más difícil salir a la calle con la ropa que ella quiere.

Según el diario Bianet, durante los primeros 6 meses de 2011 se denunciaron 26.000 casos de acoso en toda Turquía por parte de mujeres. Un número muy por debajo de la realidad si se tiene en cuenta que, como afirman las asociaciones de mujeres turcas, el 95 % de estos casos no se denuncian. Y eso que el artículo 105 del código penal turco prevé penas entre tres meses y dos años de prisión a cualquiera que “realice un acto de acoso con intención sexual”. ¿Entonces, por qué las turcas no recurren a la justicia?. En primer lugar, como explicó la creadora de Holloback al diario turco Todayszaman, “ a las mujeres nos enseñan a permanecer calladas". "El acoso es visto como un problema de la víctima que iba enseñando el pelo, subida en un bus por la noche, vistiendo una falda demasiado corta. Son todas excusas que hacen que las víctimas aprendan a interiorizar el problema”. Pero parece que este pensamiento no es exclusivo de las víctimas. Como denuncia T.V. en otro post de la página web, la policía en muchos casos se limita a aleccionar a la víctima sobre cómo vestir, o si pillan al asaltante en pleno acto, le obligan a pedir perdón y se aseguran de que no siga a la chica.

Además, por encima de los pensamientos de los agentes, muchos de ellos no se molestan en perseguir un delito que les supone mucho papeleo y poco rédito. Como explica la diputada Melda Onur, existe un sistema de bonos para los policías que depende del tipo de sospechoso que atrapan. Según Onur, “los policías que alcanzan los 670 puntos son ascendidos a puestos de dirección, mientras los que tienen menos de 300 se les relega a puestos de vigilancia o a destinos más bien remotos”. Así, los oficiales recibirían 1.000 puntos por atrapar a un asesino, mientras que solo 50 por un carterista. “Este sistema alienta la detención aleatoria de sospechosos y desincentiva la investigación de otros delitos”, aseguró la diputada en el parlamento turco la semana pasada. La desidia de los oficiales contribuye a que tan pocos casos de acoso callejero lleguen ante el juez.

La actitud del gobierno tampoco ayuda a sensibilizar a la sociedad turca sobre el respeto hacia la mujer. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado en numerosas ocasiones que no cree en la igualdad entre sexos y que las mujeres deberían tener por lo menos tres hijos. Además, durante unas manifestaciones de estudiantes en el verano pasado dijo, sobre una joven que había sido detenida, que no sabía si referirse a ella como “kiz” (en turco una joven virgen) o “kadin” (mujer mayor con gran experiencia sexual) . Estas afirmaciones hacen que muchas jóvenes turcas se sientan más vulnerables bajo el gobierno del AKP, explica Fulya Sener.

A pesar de haber llevado a cabo muchas reformas como la firma de la Convención sobre violencia contra la mujer del Consejo de Europa, o suprimir la ley que impedía a las mujeres veladas el acceso a la universidad, la retórica del partido le traiciona. “No solo es retórica”, explica la asociación de defensa por los derechos de las mujeres KAMER en Diyarbakir (Kurdistián) . “Hay muchos ejemplos de desidia. Por ley, cualquier municipalidad con más de 50.000 habitantes debe tener al menos un centro para las víctimas de violencia doméstica. Actualmente el número de centros en todo el país es de poco más de 50 y su capacidad total no sobrepasa las 1.500 mujeres”. Un número muy bajo para las casi 11 millones de turcas que sufren violencia de genero según el informe de Human Rights Watch (HRW).

Pero hay más, según explica Gülseren Onanç presidenta de la Asociación de Empresarias de Turquía. “El Gobierno ha cambiado el nombre de Ministerio de Mujer por el de Ministerio de Familia. Esto hace que legalmente la sociedad reconozca a la mujer como pieza de una familia, no como individuo autónomo”.

Zeyneb Gültekin, una joven activista pro derechos humanos explica el significado que para ella tiene este cambio. “La mujer tiene derechos, más derechos que antes si cabe, porque ahora el AKP la considera miembro esencial de una comunidad, de la familia. Pero si rompes los códigos de ese grupo puedes perder esos derechos, la gente puede castigarte porque es tu culpa. Es lo que muchos hombres piensan cuando ven a una joven andando con minifalda por la calle por ejemplo” asegura. Este mes Hollaback Turquía se va a unir por primera vez a la Semana Contra el Acoso en la Calle, que se celebra entre el 18 y el 24 de marzo.

Aseguran que su intención es llamar la atención sobre esta lacra y dar soluciones ante la pasividad de las autoridades, como organizar talleres y seminarios en colegios y universidades. Todavía se desconoce el programa de actividades, pero seguramente incluya una manifestación por la calle de Istiklal, la misma en las que muchas mujeres han sido acosadas.

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