lunes, 23 de enero de 2012

Familiares de bodeguero dominicano asesinado realizan vigilia por justicia

Protesta.-La esposa, hijastros, otros parientes, amigos y vecinos del bodeguero dominicano Miguel Angel Torres asesinado el martes de la semana anterior en Newark, durante la vigilia frente a la bodega JNC, donde fue ultimado por un atracador.

NUEVA YORK.-Los familiares del bodeguero dominicano Miguel Angel Torres (Chegue), asesinado el martes de la semana pasada por dos afroamericanos contra los que la policía de Newark (New Jersey), mantiene una cacería para capturarlos, realizaron el sábado último una vigilia frente al negocio donde fue ultimado en reclamo de justicia. Torres de 37 años de edad, fue impactado por varios balazos de la pistola 9mm usada por uno de los dos atracadores, cuyas imágenes han sido difundidas del video de la cámara de seguridad que funciona en la bodega. Hacía sólo seis meses que Torres, oriundo de San José de las Matas (municipio de Santiago de los Caballeros), había comprado el establecimiento y estaba dedicado enteramente a su trabajo durante 16 horas diarias, con el que mantenía a su familia en New Jersey y en la República Dominicana.


Mientras se preparaban sus funerales que serán realizados en Newark antes de que el cadáver sea repatriado a su país natal, su esposa Teodora, sus hijastros Clarissa y Sandy Azcona de 17 y 15 años respectivamente y otros parientes, se congregaron frente a la bodega exhibiendo afiches con la fotografía de Torres y con velas, velones y flores para rendir tributo al comerciante dominicano.

La parte frontal de la bodega todavía tiene las perforaciones de docenas de disparos de ametralladora AK-47 de fabricación rusa y pistolas 9mm, que fueron utilizadas por delincuentes pandilleros en un enfrentamiento ocurrido en el área. Luego de ese tiroteo, Torres les dijo a su esposa y a sus hijos que pensaba vender el negocio por el temor a ser atacado en un robo.

Ese tiroteo se produjo el 14 de julio del 2011. “El pensaba que el sitio donde está la bodega era demasiado peligroso”, dijo Clarissa. Su hermano Sandy expresó que ellos apoyaron la decisión de su padrastro y le pidieron que vendiera la bodega, pero el bodeguero les respondió que con el establecimiento era que iban a progresar y hacer dinero para resolver los problemas y el futuro de la familia.

El atracador, aunque Torres le entregó todo el dinero que había en la caja, disparó a mansalva contra el dominicano de todos modos. La cámara de vigilancia de la bodega captó el momento del asesinato, pero esa imagen no ha sido entregada a los medios por la policía y la fiscalía del condado Essex que se limitaron a difundir las figuras de los dos afroamericanos. Uno de ellos aparece en actitud de vigilancia en las afueras de la bodega y el otro, encapuchado en el interior del negocio.

Torres, quien emigró hace décadas desde San José de las Matas a Estados Unidos, era, según activistas comunitarios y líderes políticos de Newark el tipo de persona que barrios tan peligrosos como los de la parte Sur de esa ciudad, necesitan para recuperar la mala imagen de crimen y drogas que tiene el poblado
Logró ahorrar dinero para hacerse del negocio y estaba a punto de comprar otro negocio. En medio de los progresos y éxito de su trabajo intenso como inmigrante dominicano, conoció a Teodora, una madre soltera sudamericana que tiene dos hijos de una relación anterior a los que Torres crió.

Clarissa dijo que el bodeguero era el único padre que ella conoció. “Se casó con mi mamá cuando yo tenía como 2 años de edad y asumió la responsabilidad de criarnos”, añadió.

Antes de convertirse en bodeguero, Torres trabajó por años en el puerto de Newark descargando contenedores de barcos y en la empresa U-Haul, preparaba camiones de mudanzas. Cuando no trabajaba en un área, laboraba en la otra.

Clarissa recordó que cada día, su padrastro salía a la bodega a las 6:30 de la mañana y regresaba a las 10:30 de la noche. “Trabajaba 16 horas diarias, los siete días de la semana, hasta el día en que lo asesinaron”, señaló la muchacha ahogada por el llanto.

“Lo quería todo para nosotros, incluyendo carreras universitarias. El no quería trabajar en un bodega”, agregó Sandy. Torres había adquirido una primera bodega en el vecindario de Irvington hace unos años, pero debido a que ese barrio es considerado una “zona de guerra” la vendió y lo intentó de nuevo, abriendo otro negocio en la avenida Oakwood en el poblado de Orange con un negocio llamado “Monteverde Mini Market”. Eso fue hace unos 2 ½ años.

Siguió trabajando en U-Haul para ahorrar dinero y comprar una segunda bodega, que resultó ser JNC Mini Market, donde fue asesinado el martes de la semana pasada y situada en la avenida 14 y la calle 18 en el Sur de Newark.

Terminó de pagársela a su primo Juan Rodríguez (Johan), dos semanas antes de ser asesinado por el atracador. Sandy recordó que él, su hermana y su madre, le pidieron a Torres no comprar esa bodega por la peligrosidad del área.

“En el negocio anterior de la avenida Oakwood, estábamos mucho más seguros y aunque aquí, todos lo querían, la zona es demasiado peligrosa, pero papá al parecer, estaba muy confiado en que nada le pasaría”, añadió el joven.

Torres nunca dejaba que sus empleados se fueran solos a sus casas y los transportaba en su vehículo para que tampoco tomaran el autobús, consciente del peligro en el área.

Clarissa detalló que su padrastro invirtió mucho dinero para remodelar la bodega JNC y mantenerla surtida a fin de que el vecindario se sintiera agradable en el establecimiento.

El bodeguero, como en muchos otros casos de inmigrantes dominicanos trabajadores, pagó con su vida el esfuerzo realizado para construir un futuro promisorio y levantar una familia.

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